'Siete psicópatas' (2012), de Martin McDonagh
Marty (Colin Farrell) es un guionista de cine en crisis
creativa, que sin embargo tiene el proyecto de escribir una próxima película: “Siete
psicópatas”.
Billy (Sam Rockwell) es un actor de vida un tanto disipada,
que mantiene un “segundo trabajo”, el de secuestrar perros junto a su amigo
Hans (Christopher Walken), nada más para luego ir a devolverlos a sus dueños
con el engaño de haberlos encontrado en la calle, a cambio de alguna recompensa.
El conflicto principal de la película se suscitará cuando el azar les lleve a
secuestrar al perro de Charlie (Woody Harrelson) un gangster matón y
violentísimo, que sin embargo, no es el primer psicópata de los siete, porque
Billy y Hans también lo son, psicópatas, y luego veremos cómo Billy termina por
ser el primero y el último de los siete.
Los otros cuatro psicópatas son gente que se cruza en las
vidas de estos, que tienen su correlato en la fantasía de Marty (solo uno de los siete psicópatas es nada más producto de su imaginación). Billy está muy
entusiasmado con el proyecto de éste, y su proximidad termina por involucrarlo
en su propia tragedia.
Se trata de una comedia a primera vista de humor negro y
absurdo, donde sin embargo, entre escena y escena de extrema violencia
comienzan a plantearse conversaciones entre los personajes, de análisis de la
propia película que estamos viendo, de otras películas cuyo género ésta
parodia, y finalmente, de lo que por su influencia el cine en general puede
hacer con nuestras actitudes relacionales.
Siete psicópatas es la historia de “una película dentro de
la película”, que por momentos traza identidad con aquellos permanentes
personajes en busca de un autor, o el revés de esto, porque Marty es Martin
McDonagh que por momentos nos describe lo que quiere suceda con su película (y
es muy cómico que muestre que lo logra: Cuando Marty explica para dónde quiere
que siga desarrollándose su historia, eso es realmente lo que está pasando en
pantalla). Y lo que sigue es una crítica a este tipo de películas, las de
psicópatas.
Ya el comienzo remite, desde los títulos de inicio, a aquellos
otros “Siete”, los pecados capitales, de 1995, de David Fincher.
El personaje que aquí juega Tom Waits remite en mucho a
aquel que hiciera también Woody Harrelson en Asesinos por naturaleza (1994), de
Oliver Stone.
El cuáquero que aquí protagoniza Walken guarda similitud con
el predicador de La noche del cazador (1955), de Charles Laughton.
McDonagh descubre así que la fórmula del cine de psicópatas
es que los directores en sus películas terminan por “psicopatear” a sus
espectadores, a través de los clichés, retruécanos y vueltas de tuerca típicos
del género.
Porque el cine, ya de cualquier tipo, tiene la característica
esencial de manipular los estados anímicos de sus espectadores, fomentando así
especies de cultura. El cine es formador de realidades, y esto ya podemos
trascenderlo a todo tipo de medio de comunicación masiva. Luego, en sus
pequeñas actitudes cotidianas, estos siete psicópatas nos invitan a
identificarnos… Los argentinos al menos estamos muy acostumbrados al termino “psicopatear”,
el comportamiento compulsivo hacia incluso los seres más queridos.
A McDonagh no le alcanza el tiempo más que para traer toda
esta situación a la superficie y revelarla; no hace ningún tipo de juicio moral
al respecto, excepto quizás por la aptitud de Marty, de denodadamente desear
mejorar el guión de su película… Que de cualquier forma hace agua por todas
partes, y esa es una de las mayores gracias de este film.
Sorprende el trabajo de Sam Rockwell, en el papel del
psicópata destinado a propiciar todas las crisis.
Christopher Walken y Woody Harrelson descollan en sus
perfiles de personajes más logrados, a los que ya nos tienen habituados, los
psicópatas violentos. Y en su faz de actor, para Tom Waits probablemente éste
sea su personaje con más posibilidades de toda su carrera, y parece disfrutarlo
mucho.
Nada en esta película es gratuito (algo que se tarda
bastante en dilucidar) y probablemente ésta no vaya a ser de las favoritas
entre los cultores del género de acción y violencia al estilo de Quentin
Tarantino… (¿otro psicópata?). Las críticas al menos en Argentina de este film
están siendo de lo más variopintas y resulta dudoso que no termine sepultado en
el olvido.
Definitivamente tengo que verla, me gusta mucho ese ¿género? Me encantó lo de "psicopatear" al espectador, muy bien aplicado. No pensé que Farrel hiciera buenas cintas, lo tenía un tanto catalogado como actorcito hollywoodense, pero por lo visto aquí se reivindica. Y de Tarantino, sí, es otro adorable (?) psicópata.
ResponderEliminarA Farrell yo lo tenía de nombre, no lo recuerdo de otra cosa (¿fue el que hizo de Alejandro Magno?); aquí no es que descolle, perso está muy bien en su papel. El que la rompe es Rockwell, y bueno, los "viejos", Walken, Harrelson, Waits.
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