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Mostrando entradas de febrero, 2012

Algo habrán hecho

En el año 1976, yo debía estar por cumplir mis doce años de edad; una mañana mi hermana y yo nos levantamos temprano para ir a la escuela. Mi padre debía estar trabajando, no se hallaba en la casa, y mi madre debía encontrarse levemente indispuesta, pues permanecía en la cama, siendo que siempre era ella quien nos preparaba el desayuno. Pero esa vez no, esa vez nosotros lo hicimos. Nos hallábamos entonces con nuestros guardapolvos escolares puestos, prestos a salir a la calle, cuando de pronto, al abrir la puerta de entrada a la casa, nos topamos con un soldado allí apostado, con su uniforme y su fusil preparado. “Vayan adentro”, nos dijo secamente, metiéndonos de vuelta adentro y cerrando nuevamente la puerta. A la vez que íbamos hasta el dormitorio de mi madre, a avisarle, ya se oían pasos sobre el techo de nuestra casa, lo que hacía que ella estuviera ya también levantándose de la cama. La ventana de aquella habitación daba a nuestro patio, en el fondo del terreno, y los tres nos

Consultorio sentimental: ¿Qué corno hacemos con nuestras parejas?

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El sexo tiene no más que dos misterios, se sabe disfrutar o no se sabe. El deseo entre dos personas existe o no existe. Si el deseo desaparece no hay mucho que se pueda hacer, por mucho Kamasutra que le pongas, y si existe, no será entonces éste más que algo adicional y optativo, un caramelito, que podés o no comer, sin agregarle nada demasiado sustancial a la cosa. La gente tiene la idea de que con los años de convivencia se pierde el deseo por el otro, y que a esto hay que paliarlo de algún modo, entonces, la mujer empieza a comprar lencería, el hombre su propia zunga con trompita de elefante; lo cierto es que en el tiempo prolongado la vida sexual puede sufrir diversos altibajos, por miles de motivos, sin impedir sin embargo que por lo menos el deseo se mantenga latente, lo que logra la perpetuidad o continuación de la pareja; es decir, si el deseo no existe, por más indumentaria o cirugías estéticas que le pongas, no hay solución. Acerca de la infidelidad, si el tip@ en cuesti

Las computadoras (ordenadores) también contaminan

No solo lo hacen los deshechos, cuando una máquina de éstas se nos descompone y ya ni vale la pena hacerle reparaciones, o cuando ya no hay modo de componerlas; igualmente, con nuestros modelos en uso, aún los más modernos, con nuestras pantallas de LCD, igualmente contaminamos. Yo estoy aportando a la gran contaminación ambiental, mientras escribo y publico este artículo. Un gran artículo que habla de cómo contaminan los deshechos de estas máquinas, es el siguiente , y de cómo contaminan nuestros aparatos y dispositivos en uso, este otro . En realidad, ya la fabricación de todos estos dispositivos, y de todos nuestros electrónicos, desde un celular hasta una heladera o un lavarropas, es contaminante. El ser humano contribuye a la gran contaminación ambiental general, casi a cada paso que da, con cada cosa que hace. Contaminamos e impactamos el medio ambiente con nuestras ciudades, con nuestros vehículos, con nuestras fábricas. Por eso, a mí me hace gracia – cuando no me preocupa

Los ecofascistas

El principio sustancial del fascismo, en cada individuo, lo que hará que una persona se vuelva fascista – no es una condición en la que nadie nace, es decir, no es una condición natural –   es el resentimiento que le genera que la vida, la realidad, el cosmos, no le consulte respecto de lo que será su inevitable destino, el enfrentamiento con su propia muerte. Es decir, para el fascista, la vida es fascista, la realidad, el universo lo son; y el inconsulto hecho de que todos vamos morirnos lo prueba. Durante años, siglos, durante todo un milenio, los fascistas argumentaron con teorías evolutivas, de supervivencia del más apto, de selección natural, con veleidades de cultura imponiéndose sobre lo natural, para justificar y establecer su soberbia, sus perversiones. Por característica propia, el fascista tarda toda una historia en aprender y asimilar lo que es su propia filosofía, en construirse una propia coherencia interna, y en el mayor tiempo en su paso por el mundo, ha estado comp

Por Luis Alberto Spinetta (1950-2012)

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En el período de dictadura militar en Argentina, entre 1976 y 1983, el movimiento de rock de esta país, aún con la cantidad de músicos que debieron exiliarse, fue una de las actividades que mejor supo atravesar este tiempo, debido igualmente a un profundo desconocimiento de parte de los dictadores, respecto de obras y protagonistas, en parte porque los artistas habían sabido llevar la metáfora a extremos de camuflaje del mensaje, a veces al colmo de un código a descifrar, logrando así describir un panorama, un paisaje de la realidad, de un modo más logrado, quizás, que luego, devuelta la democracia y la libertad de expresión. Hablo de una época de películas cercenadas o completamente prohibidas, de quema de libros, porque de encontrarte poseyéndolos podía ser motivo de desaparición. Época también de cinco canales de TV, en una incipiente era del color, intervenidos por el gobierno de facto; época en que Internet no existía ni siquiera en sueños, y un país como Argentina, realm