Las (raras) sublevaciones en el siglo XXI


En este tiempo de gran coyuntura nacional, de cara al 7 de diciembre, fecha en que la Corte Suprema se expidió el grupo monopólico de medios Clarín debe empezar a desinvertirse, de pronto un capo (o dos) de las cúpulas de Prefectura y Gendarmería "se equivoca" y paga sueldos a sus subordinados con una retención del 50 %.
Democratizados como parece que todos estamos de un tiempo a esta parte, ni cortos ni perezozos los damnificados (que nadie dice que no lo sean) te arman una manifestación pública, a la sindical, a puro golpe de bombo, con voceros y consignas gremiales.



La cuestión es que por ley las corporaciones de seguridad y de Fuerzas Armadas tienen vedado todo tipo de actividad gremial o sindical, no por capricho, sino precisamente, porque de manera institucionalmente consensuada ellos poseen el monopolio de las armas. Es decir, en estos momentos de cuasi manifestación sindical, ellos tienen voceros, bombos, cánticos y consignas, y una pistola en la cintura.

Como decirlo, esto no se trata de una manifestación de tipo gremial, se trata de una sublevación.

Raras, raras las formas de este tipo de hechos en la época de la Interneta. En los años '70 cuando un hecho de estas motivaciones sucedía, te dabas cuenta porque sacaban a pasear los tanques de guerra a la calle, y chito la boca todo el mundo, y antes que anochezca Clarín te informaba que en el sillón de Rivadavia ya no se hallaba el/la Presidente de turno.

(¿Antes de que eso pase?) la actual cabeza del Ministerio de Seguridad, Nilda Garré, descabezó la cúpula de Prefectura y Gendarmería, aquellos responsables del "error" de la quita del 50% de los haberes, obviamente además restituyéndoselos.

Pero de paso cañazo y ahora se dan cuenta que de cualquier manera ganaban poco (algo de verdad discutible, es decir, es muy probable que así sea); la cuestión es que "la huelga" sigue, insisto, la de los tipos con pistolas en la cintura.

¿Ven, hermanos paraguayos, por qué nos calentamos tanto con la falta de respeto a la constitucionalidad de Lugo?; bah, con el golpe de Estado que le hicieron.

Hace tan poco también casi lo escorchan a Correa, Presidente de Ecuador, en un incidente tan similar a éste. Pasan cosas inéditas en este mundo de nuevo siglo. Como que un intento de golpe de Estado en Sudamérica se malogre, como que ante eso, todos los líderes democráticos de la región se reúnan en menos de 24 horas.

En el '76 yo tenía doce años de edad. Recuerdo los tanques de guerra en la calle, recuerdo la corrida que nos agarró con mi madre una vez a la salida de un cine, haber tenido que guarecernos en un negocio, con la montada al trote detrás de nosotros.

Leo la carta-proclama incitadora de aquel viejo dinosaurio de aquellas viejas dictaduras, Beccar Varela, y pienso, de alguna manera le deberíamos hacer entender que esta vez eso no va a pasar, que no sabemos qué carajo pasa en Paraguay, pero que esto no es Paraguay. Que bien que mal alguna vez aprendimos, que alguna vez dijimos más o menos convencidos, que Nunca Más, frase dicha con más o menos énfasis, con mayor o menor coraje, algunos apenas la balbuceamos, pero una frase como "Nunca Más" es de las mejores que cualquier sociedad puede decirse, porque después de esa negativa rotunda no queda otra cosa más que cerrar la puerta detrás de sí, y a sabiendas de que ya no hay forma de volver atrás. El paso fue dado, no se puede ir más que adelante, hacia lo nuevo, lo novedoso, hacia el cambio, la promesa.

Hasta ahora parece ningún político (excepto Macri, quizás) quiere capitalizar para su propio provecho este hecho de la sublevación actual, porque de darse un golpe de Estado hoy (imaginemos por un momento) sería algo más parecido a lo que recientemente ocurrió en Paraguay, quién se imagina otra vez a un Galtieri asomándose por el balcón.

No tenemos experiencia en desarticular sublevaciones, sean con el barniz que tengan. Este gobierno ha tenido que librar batallas con cruentos monstruos, pero nunca contra sus propias fuerzas de seguridad, contra sus fuerzas armadas (insisto en lo de armadas).

Yo propongo que en estas horas estemos atentos. Tengamos nuestros televisores encendidos, en "mute" si es necesario, para no distraernos de nuestras obligaciones. Estemos dispuestos a ganar las calles de un momento a otro, por si fuera también necesario. Sepamos lo que pasa, no perdamos tiempo en escandalizarnos con comentarios cuando menos extemporáneos. Por sobre todo, no perdamos la civilidad, de ninguna forma, a ningún precio.

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