Johannes Kepler y la astrología
Fue astrónomo y astrólogo, en tiempos en que ambas funciones no estaban reñidas; revolucionó el campo de la ciencia y legó un gran aporte a la astrología.
Johannes Kepler nació, según el calendario gregoriano, el 6 de enero de 1572, a las 14:37 horas, en Weil-der-Sradt, Suabia.
Astrónomo y astrólogo, en una época en que todavía la ciencia no estaba tan reñida con el ocultismo, tuvo su aporte supremo a la ciencia, al descubrir la mecánica de las órbitas planetarias, fijando las leyes para esa mecánica (que hasta la actualidad funcionan), y respecto de la astrología, el enunciar los aspectos planetarios así llamados “no ptolomeicos”, el quintil (72º), la semicuadratura (45º), la sesquicuadratura (135º) y el septil (51º 25’).
Vida de Johannes Kepler
Kepler nace en el seno de una familia económicamente venida a menos, luego de haber conocido la fortuna. Como hecho curioso, quizás, se destaca que su madre, hacia el final de su vida, fue acusada de brujería, y defendida elocuentemente por su hijo.
La visión del cometa de 1577 y de un eclipse de luna, en 1580, habría impresionado grandemente al joven Johannes, decidiéndolo por el estudio del espacio sidéreo.
En cuanto a sus estudios, luego de obtener un bachillerato en artes, en la Universidad de Tubinga, comienza con estudios de Teología, decidido a ser sacerdote luterano.
Allí se interesa por la Filosofía y las matemáticas, y toma contacto con las propuestas modernas de Copérnico, que revolucionaron las concepciones tradicionales científicas para siempre.
Sin abandonar nunca su fe profunda, Kepler comienza entonces a cultivar una independencia de criterio – dicen sus exegetas – cada vez más cercana al misticismo, antes que a la ortodoxia religiosa. Un año antes de terminar sus estudios se hace cargo de las cátedras de matemáticas y astronomía, en el seminario protestante de Graz. Es en ese tiempo que deviene científico, aún con preocupaciones metafísicas.
Curiosidades de sus estudios astrológicos
En el capítulo IX de su libro, El Secreto del Universo, titulado, sobre la distribución de sólidos entre los planetas: atribución de propiedades; demostración del parentesco mutuo entre los planetas a partir de los sólidos”, establece las siguientes correspondencias entre los planetas y determinados poliedros regulares:
- Saturno: Cubo
- Júpiter: Pirámide
- Marte: Dodecaedro
- Venus: Icosaedro
- Mercurio: Octaedro
Luego deduce que el pentágono de Marte se halla en el icosaedro de Venus, lo que justifica la atracción entre ambas influencias. Del mismo modo, el cuadrado de Saturno en el octaedro de Mercurio, asimila sus costumbres. Estos son apenas ejemplos de todas las correspondencias que pueden llegar a establecerse. Pero su detalle es minucioso, respecto de naturalezas planetarias y sus relaciones, y resulta del todo recomendable la lectura de este tratado, adornado además de una profunda belleza literaria.
Una muestra de esto que se dice, en la siguiente cita de un párrafo del capítulo que tratamos: “También Saturno es solitario y amante de la soledad, claramente porque la rectitud de su ángulo no admite ninguna desigualdad, por pequeña que sea, en virtud de la cual pudiera resultar múltiple. Júpiter, por el contrario, fruto de un ángulo de entre la infinita variedad de los agudos, resulta así más sociable, aunque moderadamente y con mesura. Y es por ello el causante de las más honrosas amistades. Y también Marte y Venus son ellos mismos sociables, pero en demasía. Pues su ángulo obtuso y pródigo significa intemperancia. Mercurio en razón de su ángulo es de la naturaleza de Saturno y Júpiter. Los hombres de letras aman, en efecto, la soledad, pero sin embargo no son misántropos. Gustan de aquellos que cultivan los mismos gustos, y practican la elegancia en las conversaciones, más que Júpiter, cuya entera actividad se realiza en las asambleas de los hombres y entre los purpurados”.
Comentarios
Publicar un comentario
Tu mensaje será revisado para su posterior publicación (o no).