El humor de Jim Carrey


Un repaso a lo largo de la filmografía de Jim Carrey, donde su humor se modifica, de lo más simple y chabacano a la comedia negra y el grotesco crítico.


Desde su consagración en Ace Ventura: Detective de Animales (1994), de Tom Shadyac, luego de más de diez años de apariciones y roles de reparto en varias películas, este actor de origen canadiense, nacido en 1962, ha venido desarrollando un humor que de lo facilista y escatológico, dejando cada vez más de lado esos rasgos, se ha ido volviendo más crítico de la sociedad y de la condición humana, de una manera también por demás singular y merecedora de atención.


Jim Carrey, un actor inquieto, The Mask y Batman Forever


A pesar de basarse en sus recursos gestuales y su habilidad física, por momentos acrobática, Carrey ha sabido no insistir repitiendo fórmulas de manera insistente, como otros colegas suyos, y como lo demuestran las siguientes películas filmadas, luego del suceso de taquilla antes mencionado.
Si bien es cierto que hubo una secuela de Ace Ventura, en 1995, y que Dum & Dumber (Tonto y Retonto) (1994), de Nuno y Marco Balbona no es sino otra muestra de humor chabacano, es en The Mask (la película anterior), de Chuck Russell, que prueba con un humor más refinado, la composición de personaje (se trata de la versión de un comic) y una mejor producción (sus anteriores películas habían sido todas de bajo presupuesto).
Vuelve a un proyecto de características similares en Batman Forever (1995), de Joel Schumacher, donde caracteriza al villano “El Acertijo”, un personaje a su medida.

 

Evolución del humor de Jim Carrey

 

Su siguiente película Cable Guy (1996), de Ben Stiller, es, a pesar de la no muy buena crítica recibida, una joya del humor negro y la crítica de la condición humana, en la historia de un individuo que se encapricha obsesivamente en ser amigo de otro, hasta lograr que su vida verdaderamente colapse.
En Liar, Liar (Mentiroso, Mentiroso), de 1997, de Tom Shadyac, se trata de un abogado (mentiroso de oficio), que debido a una promesa queda ya imposibilitado de mentir, originándose en este caso una catástrofe en su vida profesional.


El Show de Truman (1998), de Peter Weir


Con esta película Jim Carrey se consagra, o al menos recibe de la crítica el respeto debido, propio a un actor de envergadura.
Si bien su actuación sigue siendo a base de sus recursos característicos, los que le imprimen un sello propio, la película lo trasciende como alegato contra la sociedad de consumo y la manipulación de los “reality show”.
Quizás la película haya sido sobrevaluada en sí misma por esa misma crítica, pero permitió ver a Carrey en otro perfil de producción, el que le conferiría algún cierto prestigio, y aceptación en el mundo “intelectual”.


Continuación con tropiezos: Irene, Yo y Mi Otro Yo


Esta recategorización del trabajo de Carrey lo lleva a aceptar proyectos “serios” e “intelectuales”, sin demasiada devolución en crítica y público. Nos referimos a Simon Birch (1998), de Mark Steven Johnson, y Man of The Moon (1999), del genial Milos Forman, sin embargo, como decimos, sin mayor éxito.
Esto sin dudas le hace regresar al terreno donde se sabe más seguro, la comedia llana, aún sin esquivar la crítica social mordaz e irónica, como en Irene, Yo y Mi Otro Yo (2000), de Bobby y Peter Farrelly.


Jim Carrey y el drama: The Majestic y Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos


Luego de un proyecto más impersonal, como es el caso de El Grinch (2000), de Ron Howard, Carrey se atreve al drama con la deliciosa The Majestic (2001), de Frank Darabont, que sin embargo no tiene mayor repercusión. La historia de un joven amnésico, que usurpa la identidad de un hombre perdido en la guerra, en un pueblo de provincia, donde sin embargo es aceptado.
Pero será en 2004 recién que Carrey será reconocido también como actor dramático, gracias a la estupenda Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos, de Michel Gondry, una película que reúne romanticismo, drama, ciencia ficción paradójica, en una pieza única, luego también de Todopoderoso (2003), de Tom Shadyac, una comedia de las más convencionales.

 

Sus últimas películas

 

Entre otras, algunas infantiles, otra de terror (El Número 23 (2007), de Joel Schumacher), se destacan Las Aventuras de Dick y Jane (2005), de Dean Parisot, una despiadada comedia de humor negro, que denuncia las secuelas del desempleo en Estados Unidos, y I Love You, Philip Morris (2010), de Glenn Ficarra, la historia verídica de un estafador.
En definitiva, la trayectoria de un actor, que para muchos pudo haber quedado estigmatizado por el mal gusto de sus primeras películas, pero que fue reivindicándose al respecto en sus trabajos posteriores, hasta volverse no solo digno de atención, sino una buena muestra de brillantez, poniéndose a la altura de los mejores de la comedia.

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