Los 'indecisos' y las responsabilidades
Que elección tras elección hay una franja importante de
“indecisos” es algo que vengo oyendo desde que tengo uso de razón.
Un “indeciso” viene a ser alguien que no se resuelve si por
derecha o por izquierda (relativamente, según las opciones dadas en un
determinado momento) por cada vez que hay que elegir funcionarios de los
diferentes poderes del estado. No resolvería sino hasta último momento, al
menos, rompiendo con toda posibilidad de estadística, de probabilidades o
tendencias, pronósticos brevemente previos que pudieran hacerse.
También hay quien quiere creer que existe una franja de la
sociedad que no quiere ceder “todo el poder” a una sola fuerza, y así reparte,
el Poder Ejecutivo para el partido que más le simpatiza, el Legislativo para la
oposición, algo que en un país maduro y con dirigentes con verdadera vocación
de servicio no estaría nada mal, posiblemente.
El problema es que aquí, como se sabe, a la oposición no la
lidera ninguna cuestión ideológica, sino intereses de mercado, egoístas rozando
o de plano delictivos, sino directamente criminales. Un monopolio de medios
lidera a la oposición, instala agendas políticas y opinión pública respecto de
la escena política, que por provenir esa opinión de diversos puntos
aparentemente desvinculados desde todos lados a lo largo y ancho del país,
termina por ser “ruido blanco” (desprestigio infundamentado sobre las diversas
figuras políticas del oficialismo).
Si algo ha sabido hacer de manera conjunta este nuevo modelo
que desde por lo menos diez años se viene desarrollando en la región (hablamos
de Sudamérica, claro) es haber desbaratado, por lo menos evidenciado esta
estrategia de los medios, el público ya no es consumidor pasivo de noticias
“puras” (arbitrariamente subjetivas e interesadas de forma solapada), por todo
lo contrario, somos cada vez más conscientes de que cada cosa que se dice desde
los medios responde a un interés no solo ideológico, antes que nada económico,
y en ese marco, usurero, a los propios intereses legítimos respecto de las
soberanías de las diferentes naciones que componen la región.
Pero volvamos al tema de los “indecisos”. He de decir que
jamás por cada votación que hemos realizado, ni presidenciales ni de
congresistas, yo he oído decir a alguien “no sé por quién voy a votar”. ¿Dónde
están los “indecisos” de nuestro país?, ¿dónde se esconden?, ¿a qué tendencia
básica responden?, me pregunto, y rápidamente me respondo: Los “indecisos” no
existen.
En las dos presidencias que ya viene concretando Cristina
Fernández de Kirchner, ella gobernó bajo los dos aspectos, con un Congreso
mayormente opositor (que hasta a otorgarle un presupuesto anual se negó) y, en
la segunda presidencia, con un Congreso mayormente propio, de la misma fuerza.
Es decir, hubo concentración de poder oficialista durante la
mayor parte de su segunda presidencia, sin embargo, no puede decirse que haya
habido excesos en el ejercicio de ese poder, y sí que las leyes y medidas más
importantes, por lo menos en mayor cantidad, de manera más dinámica, se
propiciaron durante este período. Es decir, la concentración de poder no
necesariamente tiene que derivar en excesos.
En estas últimas elecciones congresistas celebradas el pasado
27 de octubre, a nivel nacional el oficialismo no pierde mayoría, si hasta gana
cinco nuevas bancas de diputados, pero lo que ocurre en Buenos Aires es
bochornoso, el oficialismo pierde por amplia mayoría ante personajes
verdaderamente impresentables, agentes del monopolio mediático que los lidera y
los produce en campañas diseñadas con toda la pompa de verdaderos shows
televisivos, en la que no faltaron chicas a medio vestir, hombres grotescamente
travestidos y un sentido del humor agresivo y soez.
En fin, pero ocurre que a dos días de comenzar las
celebraciones y festejos (porque al grupo de medios le representa un enorme
beneficio la victoria en Buenos Aires), la Corte Suprema de Justicia Argentina
se expide en el fallo sobre la Ley de Medios Audiovisuales, que venía
postergándose desde hace años debido a la cantidad de trabas y chicanas
judiciales que el departamento de abogados del Grupo venía presentando,
fallando constitucional dicha ley, por la que el Grupo deberá desinvertir,
soltar licencias, empresas (está excedido en más de doscientas por sobre
veinticuatro que es legal que posea), y con todos los plazos vencidos para su
aplicación, es decir, el proceso de desinversión debe comenzar ya.
Fue gracioso que a pocas horas de conocido el fallo, la
Bolsa de Buenos Aires decidiera cerrar la cotización de acciones del Grupo
Clarín, que en diez minutos habían ya caído más de un 5 %. La Bolsa decide
cerrar la cotización, Clarín no tiene poder para hacerlo. Es decir, la Bolsa
“le hizo un favor” a Clarín. En Londres parece Clarín no tiene amigos, y allí
las cotizaciones, hasta donde sé, cayeron un 30 %.
Pero volvamos a Buenos Aires. Qué terrible que los mismos
que el domingo te votaron, el martes intenten dinamitarte las bases, porque,
¿quién tiene acciones del Grupo Clarín?; bueno, eso pasa cuando tenés amigos
que son corredores de bolsa.
En fin, Clarín no va a desaparecer. Tampoco muchas de sus
licencias de TV, radio, Internet y cableado. Y esperemos que en las más de
doscientas licencias de las que deben desprenderse, no logren colar a ningún
testaferro.
Al margen de eso, se abre el campo de posibilidades en
abanico, respecto de la distribución a nivel nacional de las viejas licencias,
los servicios de provisión y la posible aparición de nuevos canales de difusión,
radiales y televisivos. Las licencias pueden volver a manos de empresarios con
verdadera vocación de hacer radio y televisión, ya no ser exclusividad de
financistas con el único objetivo de generar ganancias, a cualquier costo y en
desmedro de la calidad de los contenidos.
La oferta tendrá que ajustarse ahora más objetivamente a una
verdadera demanda, en la que tallará más evidentemente si realmente hasta ahora
consumimos lo que consumimos porque “no hay otra cosa” o porque nos gusta.
Recuerdo el primer discurso por cadena nacional, apenas
asumir la presidencia Néstor Kirchner, en 2003. Nos dijo no esperar todo del
Ejecutivo y llevar cada reclamo a su estamento correspondiente. Nos pedía ser
responsables, entonces. En estos diez años las verdaderas intenciones y
responsabilidades se han vuelto cada vez más indisimulables, las de los
políticos, las de los funcionarios, también las de nosotros, simples votantes
de a pie. Las redes sociales han dinamizado enormemente este proceso.
La radio y la televisión, y las redes sociales, son factores
prioritariamente constitutivos de nuestras realidades y de nuestra identidad. Ahora
más que nunca tenemos el poder de diseñarlas y desarrollarlas conforme a
nuestro grado de consciencia, cada vez tenemos menos pretextos para aludir a “accidentes”
o al poder de las oligarquías.
Esperemos saber aprovechar esta inmensa coyuntura, para
alguna vez y de una vez por todas arribar a un estado de cosas donde lo normal
no sea la confrontación permanente, al margen de las diferencias que siempre
son saludables.
Comentarios
Publicar un comentario
Tu mensaje será revisado para su posterior publicación (o no).