500 días con ella (2009), de Marc Webb
(500) Days of Summer
es una comedia romántica dirigida por Marc Webb, mayormente reconocido por
dirigir videos musicales de diferentes bandas y solistas (en cine hizo una de
las últimas Spiderman), y
protagonizada por Joseph Gordon-Levitt (Tom Hansen) y Zooey Deschanel, la “Summer”
del título original, en los roles principales.
La historia es acerca de dos compañeros de trabajo que
entablan una relación amorosa, con sus particularidades; ella no desea
considerar la relación de un modo demasiado formal, prefiriendo evitar las
etiquetas típicas tales como “noviazgo” o “pareja”, coherente al fin con su
forma de vida un tanto existencialista, para ella Tom es algo así como un “amigo
con permisos”, como suele considerarse esta forma de entender las relaciones
en lo más moderno del mundo en que habitamos.
En principio Tom acepta esta modalidad, pero más tarde lo que
él califica como “actitud inconsistente” de parte de Summer, lo descrito en el
párrafo anterior, termina por generarle incertidumbre, inseguridad, produciendo
así tales diferencias en las expectativas de ambos, que conducen al
desmoronamiento de la relación.
Webb no se queda en la anécdota, sino que a lo largo de la trama
desarrolla su mirada, su reflexión acerca de las formas modernas de
interrelacionarnos, con una mirada crítica, consciente de su propia
subjetividad y que sin embargo no pretende quedar bien con nadie, ni con las
posiciones tomadas generalmente por los hombres en cuanto a estas cuestiones,
ni para nada en absoluto resulta demagogo respecto de las pretensiones de ningún
tipo de feminismo.
Lo que la hace rara para ser una película americana (de
hecho parece europea en más de un sentido), y puntualmente parece también la obra de
un hombre harto de darle vueltas sin sentido a cuestiones que fallan
probablemente más por real falta de comunicación antes que por diferencias de
puntos de vista, “filosofías de vida” o como se les quiera llamar.
Y llega a conclusiones audaces, al menos para lo que es
esperable en el cine más industrial, con las que se podrá estar de acuerdo o no
(a Webb no parece importarle) pero que nunca se podrá decir son arbitrarias,
que su exposición no las justifique en un momento u otro.
Frases como: “que a una chica le gusten las mismas
porquerías raras que a ti, no significa que sea tu alma gemela”; “el amor no
existe, es una fantasía”; “la gente debería poder decir cómo se siente de
verdad, no con las palabras que le atribuye algún desconocido”; “no puedes
atribuirle un gran significado cósmico a un simple suceso terrenal. Una
coincidencia, eso es todo lo que cualquier cosa siempre es, nada más que una
coincidencia”, se dejan decir por un personaje u otro a lo largo de todo el
metraje.
Escéptico el hombre, sin dudas, pero en ningún momento sin
embargo se manifiesta de manera cínica o resentida. Acaso sí culpa a la misma
industria cinematográfica, a los medios formadores de opinión, que a Tom le
hace concluir con un “¿sabes qué es un fastidio? Darte cuenta de que todo en lo
que crees es una mentira total”. Apenas nada más al final se arriesga a ver que
después de todo, quizás Summer no era más que una chica egoísta.
La película de un tipo quien no le hace asco a nada, ni
siquiera a los lugares comunes (la típica escena, los protagonistas en la boda
ajena, la novia tira el ramo y le cae en las manos a nuestra heroína, sí, está,
pero es lo de menos).
Desde El Graduado
(1967), de Mike Nichols hasta Closer
(2004), del mismo director, que el cine viene tratando el tema de la relación de
pareja, vapuleada constantemente por las convenciones sociales. Curiosamente,
Webb hace referencia a El Graduado,
no a Closer (tampoco a Sex & the
City, por cierto :)).
En fin, una interesante película para ver despatarrados en
la cama, una tarde de lluvia y de domingo.
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