Borges: Prólogo a 'Crónicas marcianas' de Ray Bradbury
Todo el mundo que lo ha leído sabe que Ray Bradbury no es un
autor más del género de la ciencia ficción, que si bien cumple con todos los
cánones y convenciones del mismo, sus tramas e historias suelen ser una
hipérbole de la condición humana, trazadas además con discurso poético.
En el prólogo a sus Crónicas
Marcianas es que Borges se da lugar a advertirnos, junto con Bruno y con
Bacon, que la verdadera antigüedad no está en la prehistoria o en las
realidades homéricas, sino del todo en nuestros días, y cada vez más, nosotros
somos la verdadera humanidad antigua, en tanto que cargamos la evidencia ya
incluso ahora de un segundo milenio. Bradbury conjura esta razón, advierte
Borges, en el que sus crónicas fechadas a futuro –al momento de publicación por
primera vez de la obra– se hacen sentir en todo su peso de tiempo pasado,
transcurrido, cuando en la mayoría de los relatos de ciencia ficción poco nos
impresionan datos similares, puesto que se trata nada más que de una
convención.
Otra vez, como en su análisis de La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares, Borges intenta o
descubre con Bradbury esa síntesis hallada (casi como una perla en el
estiércol) entre el mainstream y el
género fusionados, y está vez incluso agrega más al declarar que “toda literatura
(me atrevo a contestar) es simbólica” (si bien Borges se contradijo anteriormente, en su prólogo a La humillación de los Northmore, de Henry James, manifestandónse despreciativo del simbolismo, si bien también para entonces ya había incurrido en otra contradicción respecto a James).
Simbólica, que no conceptual. Simbólica, que no
significativa. Un misterio, que no un enigma (ver mi artículo ‘El lenguaje astrológico’).
Es aquí cuando Borges vierte sus formidables palabras: “…es
indiferente que un escritor, para transmitirlas, recurra a lo
"fantástico" o a lo "real", a Macbeth o a Raskolnikov, a la
invasión de Bélgica en agosto de 1914 o a una invasión de Marte. ¿Qué importa
la novela, o novelería, de la science-fiction?”.
Nada, no importa nada. Nada importa el género, me atrevería
a decir que tampoco nada importa el mainstream,
la observación psicológica, si carece de símbolo, si aquellos no hacen de canal
para la transmisión del símbolo.
Como conclusión, recordar que siempre que podía Borges confesaba
haber sido mejor lector que escritor (alguien que se permitía incursionar por
el género y el folletín, tanto como escuchar Rolling Stones o Pink Floyd, y a
su edad). Analizar así entonces el análisis (valga la redundancia) de éstas,
sus lecturas, es un modo de acercarnos también al universo literario ya propio
del prologuista.
Todo lo que Borges nos dice acerca de los diversos autores y
de sus libros es concomitante a su propia obra.
No importa realmente si la invasión es la real a Bélgica en
1914 o una hipotética a Marte. No importa el mainstream, no importa el género. Lo importante es el símbolo.
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