'Tipos Psicológicos', de Carl Gustav Jung


Sin lugar a dudas se trata de la obra cumbre del genial psicólogo suizo, que más que una culminación, es una invitación a revisar el resto de sus libros.


Es probablemente la mayor de las obras de este prolífico e intenso autor, el libro fundamental para comprender cabalmente su pensamiento, incluso en vistas de proseguir con la lectura de sus otros trabajos, aún de aquellos mayormente vinculados al esoterismo y la alquimia. Siempre con su discurso amable, claro y para nada pretencioso de tecnicismos ni muestras de erudición innecesaria; incluso con el dramatismo necesario, para volverlo aún más interesante o más ameno, el texto resulta así perfectamente comprensible, para cualquier persona sin mayor preparación científica, pero interesada en los temas que se tratan.
Junto al I Ching, de Richard Whilhelm, seguramente se trata de una de las publicaciones más cuidadas de Editorial Sudamericana, de Buenos Aires, con traducción al español de Ramón de la Serna, edición de Victoria Ocampo y un prólogo escrito por el propio autor, para la ocasión, si bien que sepamos no fue editado sino en rústica.


Los ‘Tipos Psicológicos’ no es un manual de auto-reconocimiento


El mismo autor indica en el prólogo que este libro no se trata de un manual, como un catálogo, para que cada lector pueda hallar la tipología psicológica que le corresponde, sino que es un estudio antropológico acerca de, en principio, la inherente dualidad de la naturaleza humana.
Las 663 páginas de estudio del voluminoso tomo, en su temática se sostienen en el análisis exhaustivo que se desarrolla totalmente, de lo que se enuncia en el epígrafe de la obra, apenas en las primeras páginas, una cita de Heine (Alemania, I), y que dice: “¡Platón y Aristóteles!. He aquí no solo dos sistemas, sino dos naturalezas humanas distintas, que desde tiempos indeciblemente lejanos y bajo todos los hábitos imaginables se enfrentan más o menos hostilmente. Sobre todo durante la Edad Media, íntegra, y desde entonces hasta nuestros días, se ha mantenido la lucha por manera tal, y esta lucha constituye el más esencial contenido de la historia de la Iglesia Cristiana. Siempre se trata de Platón y de Aristóteles, aunque sean otros los nombres que se mencionan. Naturalezas febriles, místicas, platónicas, desentrañan, con reveladora virtud, las ideas cristianas, y los símbolos inherentes a ellas, de los abismos de su espíritu. Naturalezas prácticas, ordenadoras, aristotélicas, construyen con estas ideas y estos símbolos un sistema firme, una dogmática y un culto. La Iglesia acaba incorporándose y abarcando, al fin, ambas naturalezas, parapetándose las unas regularmente en lo clerical y las otras en lo monástico, y hostilizándose sin tregua”.
A partir de esto es que Jung declara las dos tipologías básicas, en que se divide toda la humanidad, la de las personalidades introvertidas (platónicas) y la de las extravertidas (aristotélicas), advirtiéndonos que “todo individuo posee ambos mecanismos, el de la extraversión y el de la introversión, y sólo el predominio relativo de uno de ellos constituye el tipo”. La intuición y el principio de la comprensión funcionan así como “la sístole y diástole” del devenir humano, tanto en lo individual como en lo social del comportamiento. “Un rítmico turnarse de ambas formas de actividad psíquica debiera corresponder a un proceso de vida normal”, también señala.

 

La confrontación extraversión-introversión en el transcurso de la historia

 

La primera parte del libro está dedicada a este análisis, que entre numerosísimos otros casos y sin agotar nunca cada uno de ellos, sino que va y vuelve permanentemente en analogías enriquecedoras y comparaciones que cada vez más completan el testimonio, presenta las confrontaciones discursivas entre Tertuliano (platónico) y Orígenes (aristotélico), respecto del gnosticismo; la de Zuinglio (platónico) y Lutero (aristotélico) a causa del sacramento de la Comunión; la de Schiller y Goethe, en el intento de conciliación entre ambas tendencias; etc.
También traslada el problema a la confrontación nominalismo (platónico) contra realismo (aristotélico); idealismo y realismo, poesía ingenua y poesía sentimental; lo dionisíaco contrapuesto a lo apolíneo; Adler frente a Freud (seguramente, por no ponerse el autor a sí mismo en lugar de Adler).
Refiere las diferencias entre los poemas a Prometeo, el de Spitteler y el de Goethe (y entre el Prometeo y el Epimeteo, del propio Spitteler). Habla igualmente de los intentos de conciliación entre ambas tendencias, por parte de Abelardo, Schiller y Nietzsche (y de la relatividad del concepto de Dios, en mester Eckhart), y de las concepciones guardadas en el brahmanismo y la filosofía china, acerca del mismo tema.
Luego prosigue una crítica a los tipos psicológicos planteados respectivamente por Jordan y James, obviamente anteriores al suyo propio.

 

La segunda parte del libro; los tipos psicológicos

 

Luego de una introducción al problema de los tipos psicológicos en relación con la psiquiatría, la estética, la filosofía moderna y la biografía, la segunda parte del libro está dedicado entonces ya sí a una descripción general de tipos, sin que lo mismo sugiera un “catálogo” para el auto-reconocimiento, como ya hemos señalado.
Aquí se hablará de la disposición general de la consciencia, y de la del inconsciente; las particularidades de las funciones fundamentales, tales como el pensar, el sentimiento, el percibir, la intuición, tanto en la forma extravertida como en la introvertida, de las que, dependiendo de en cuál se sosteniene el centro de gravedad del individuo, de ello se desprenderán los diferentes subtipos.
Aventurarse en la lectura de esta obra constituye un viaje antropológico, antes que estrictamente psicológico, para nada esotérico, que sin embargo puede servir a los más escépticos a una postura más conciliadora con quienes sí creen, partiendo de la base de una postura exclusivamente científica.

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