¿Qué es el esoterismo?


Esoterismo no es lo mismo que misticismo u ocultismo; aquí los detalles de sus principales diferencias.


Es común en artículos que tratan sobre esoterismo ver cómo se confunde este tema y sus diversos aspectos, con otros tales como misticismo y ocultismo, siendo como son todos conceptos diferentes.

 

Definición de esoterismo, misticismo y el ocultismo

 

El esoterismo se ocupa del estudio del proceso oculto de los fenómenos, con el objeto de vincular al individuo con un plano superior de consciencia, propio o universal, “divino” (en terminología religiosa) pero sin que precisamente de forma necesaria tenga que intervenir la religión o la religiosidad, al menos no desde el punto de vista de la fe del practicante. Se puede decir que el esotérico puede prescindir de toda religiosidad.
En todo caso, el esoterismo es gnóstico a este respecto, al menos en su forma pura, sin ser óbice para que pueda haber combinaciones de esoterismo, misticismo y ocultismo.
El misticismo, por lo contrario, busca el camino del desarrollo integral del hombre, a través de la fe religiosa.
Si el esoterismo puede ser definido como una filosofía, o una manera filosófica de encarar el aspecto misterioso de la existencia, el misticismo será una religión o una manera religiosa de lo mismo; el ocultismo no es ni una cosa ni la otra, sino un conjunto de técnicas que esotéricos y místicos llevan a la práctica.

 

Aspectos del esoterismo, del misticismo y del ocultismo

 

El aspecto esencial del esoterismo es el estudio, mientras que el del misticismo es la oración y los votos.
El ocultista, en cambio, se ocupa de técnicas prácticas, que servirán a esotéricos y a místicos para trabajar con sus teorías.
El ocultista se ocupa de la parte práctica de la alquimia (el esotérico se vuelve ocultista cuando practica sus teorías de alquimia), de astrología, tarot, de todas las mancias y de magia fetichista (valga la redundancia, siempre la magia es fetichista).

 

Esoterismo, misticismo y ocultismo en Latinoamérica

 

Latinoamérica tiene una tradición mucho más mística y ocultista, antes que esotérica, con excepción seguramente de la obra de Carlos Castaneda.
Las prácticas religiosas y el fetichismo introducido en el continente por los esclavos africanos así lo determinaron, desarrollando inclusive un nuevo sustrato de la misma especie, al combinar su cultura con la del cristianismo, cosa que hicieron en la necesidad de poder “filtrar” sus creencias y no ser aún más perseguidos y sometidos, además de todo, por los elementos de su fe.
De épocas anteriores se puede hablar de ocultismo latinoamericano, en la concepción astrológica que lograron los mayas.
Mayormente puede decirse que el esoterismo fue desarrollado en Europa y el misticismo en Asia, mientras que las raíces del ocultismo pertenecen a África.
Solo el extremo oriente parece haber asimilado las tres disciplinas en un solo cuerpo; al menos no tan escindido como parece ocurrir en el mundo occidental.

 

Esotéricos, místicos y ocultistas famosos

 

Entre los esotéricos más puros (al menos, desde el punto de vista literario) de todos los tiempos podemos consignar a todos los tratadistas de alquimia, a G. I. Gurdjieff, P. D. Ouspensky, Fulcanelli, Maurice Nicoll, Rodney Collin, Carlos Castaneda; el mismo Carl G. Jung tiene un extenso estudio sobre el tema.
Entre los místicos están todos los tratadistas teosóficos, Alice Bailey, Aleister Crowley, Annie Besant, Elena Blavatsky.
Ocultistas famosos son todos los tratadistas sobre astrología, magia y tarot, Max Heindel, Mouni Sadhu, Papus y tantos otros.

 

Los riesgos del esoterismo

 

La disciplina del esoterismo contiene por naturaleza la noción de escuela. Nadie es autodidacta en el esoterismo y el concepto de escuela supone una mínima relación maestro-discípulo. Es decir, el esoterismo es una disciplina jerárquica y verticalista.
A ello se suma que el objeto de estudio es el desarrollo integral del ser, esto para obtener mayor poder, sobre sí mismo y sobre todo lo demás. Si a uno le va bien en el terreno esotérico mejora como ser, se supone, respecto de cómo era antes, y en comparación con los demás. Todo esto fácilmente puede hacer recaer a la persona en consideraciones típicamente fascistas respecto de una visión a formarse de la realidad, y de todas las cosas, y lo que es peor, asimilar hábitos de la misma índole.

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