La Luna Negra como objeto "A" de Jacques Lacan


La Luna Negra o Lilith, de interpretación tan difícil en astrología, queda completamente develada en su naturaleza, gracias al estudio de Jacques Lacan.


La verdad es que los manuales básicos de interpretación de la Luna Negra, o Lilith, en relación a su ubicación en signos y casas, como por aspectación a los distintos planetas, presenta una información, sino contradictoria, muy ambigua respecto de su naturaleza, su influencia y proceder, de modo tal que se hace muy difícil aprender para integrar su interpretación al análisis global de la carta natal, a menos que se aclare que su influencia es tan inconsciente… que casi no tiene sentido prestarle atención.
Usualmente, se suele considerar que Lilith representa a la libido, y que su influencia, dependiendo de cómo se halle configurada, tanto puede ser como de potenciar una gran creatividad, un gran caudal energético para la productividad y creación de cosas, como de “negar”, neutralizar todo aquello cuanto influencia. Tan ambiguo como eso.

 

El problema de la libido

 

El problema seguramente radica en el concepto de libido, algo que por costumbre nos cuesta mucho separar del aspecto sexual y genital de las personas, máxime cuando no somos estudiosos profundos de la psicología humana.
Sin embargo, la astróloga argentina Felicitas Luisi, ha escrito un interesantísimo ensayo titulado Aproximación a Lilith como objeto A de Lacan (publicado en revista GeA nº 34, de agosto 2006), donde esclarece muchísimo el papel de la Luna Negra, como representación de algún aspecto de la libido.
Para comprender la naturaleza de Lilith, hay que estudiar entonces el tema de la libido, la naturaleza del deseo y de las pulsiones.

 

Las pulsiones (Freud, Schopenhauer, Nietzsche)

 

Sigmund Freud las distingue del concepto de “instinto”, y las define como manifestaciones parciales de la fuerza única denominada “deseo”.
Por otra parte, Schopenhauer distingue la fuerza de voluntad como fuerza ciega, alejada de toda consciencia inmediata.
Más tarde Nietzsche distingue entre los términos “instinto” y “pulsión” (“con matices que los traductores encuentran difíciles de transportar a otra lengua”, dice la ensayista), asociando a la pulsión con una fuerza que trabaja aún de manera subterránea en el inconsciente colectivo. Nietzsche desarrolla una teoría dualista en términos de lo apolíneo y lo dionisiaco, a lo que a lo primero le pertenece la pulsión, mientras que a lo segundo el instinto.

 

El objeto “A” de Jacques Lacan

 

Ya Freud no identifica el concepto de necesidad con el de deseo. Lacan desarrolla este principio en el reconocimiento de las especificidades de “necesidad”, “demanda” y “deseo”, y dice que el deseo nace de la separación entre necesidad y demanda; es irreductible a la necesidad, puesto que en su origen no guarda relación con un objeto real, independiente del sujeto, sino con la fantasía; es irreductible a la demanda, también, por cuanto intenta imponerse sin tener en cuenta el lenguaje y el inconsciente del otro, y exige ser reconocido absolutamente por él.
Lacan va aún más lejos que esto, siguiendo el pensamiento de Spinoza, de que “el deseo es la esencia del hombre”; “el deseo es al mismo tiempo el corazón de la existencia humana, y la preocupación central del psicoanálisis”, agrega Luisi.
Según Lacan, el objeto “A” no es el objeto hacia el que tiende el deseo, sino la causa del deseo. El deseo no es una relación con un objeto, sino con la falta de ese objeto. De esto se desprenden una serie de fórmulas, entre las cuales se encuentra la más importante, que dice que el deseo esencialmente es el deseo “de ser el deseo del otro”; todas las demás son derivados de esta.
De esto es que se derivan también las pulsiones, que son lo que queda del goce perdido, nunca logrado, un remanente, una reacción a eso. Freud habla a este respecto de la insistencia pulsional, que termina distorsionando la percepción de la realidad del sujeto.
Para Lacan, el destino de las pulsiones es el retorno en circuito alrededor de un objeto, dice Luisi; objeto que es un vacío, que ocupa el objeto “A”.
El ensayo se continúa con un largo detalle acerca de los diferentes tipos de pulsiones parciales, pero para nuestro cometido es suficiente la información dada hasta aquí. Luego aclarar que en la carta natal la Luna Negra o Lilith representa ese objeto “A” propuesto por el psicoanalista.

 

La Luna Negra y el objeto “A” de Lacan

 

“El lugar donde se genera el deseo no es igual adonde se expresa ese deseo”, dice la autora. En la carta natal, allí donde se ubica la Luna Negra, es donde se expresa ese deseo. Y las aspectaciones a otros planetas son las pulsiones que ese deseo produce, de las que pueden resultar, sin dudas, acontecimientos o fenómenos, actitudes, o bien buenas o bien malas, dada la armonía o inarmornía del aspecto.
Lilith es el objeto “A”, la causa primera del deseo, una energía que uno solo puede conocer a través de sus expresiones metonímicas, agrega Luisi.
Hay un límite además para la expresión de ese deseo, de poder darse, en el caso de que el sujeto pudiera reconocerlo. Existe una incompatibilidad entre el deseo y el lenguaje, que se explica en el carácter irreductible del inconsciente, allí en lo más profundo donde ese deseo tiene lugar, en la acepción de que el inconsciente no es lo no conocido, sino lo que no se puede llegar a conocer.

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