La influencia de Quirón a la luz de la psicología jungiana


Hallamos en "Los Tipos Psicológicos", de Carl G. Jung, un material del todo aplicable al estudio de la influencia de Quirón, en la carta natal astrológica.

Resulta seguramente muy vaga y esquemática la “frase clave” que le compete a este planeta, en materia astrológica, como la de conferirle representatividad o influencia sobre una posible “herida kármica”, abierta en la psicología humana; una “herida”, que en la analogía con el mito de Hércules y el centauro Quirón, no mata, pero es imposible de curar.

 

¿Pero qué es la “herida kármica?

 

Encontramos en Los Tipos Psicológicos, de Carl Gustav Jung, la consideración de un fenómeno del todo concomitante con esta idea de la herida kármica.
Tratando acerca de las ideas de Schiller sobre el problema de los tipos psicológicos, puede leerse la siguiente afirmación: “La disolución de la acción conjunta y armónica de las potencias del alma en la vida instintiva, es como una herida incurable y siempre abierta, una verdadera herida de Amfortas, porque el diferenciar una función de varias funciones trae consigo irremisiblemente su desarrollo excesivo y el descuido y desmedramiento de las demás”. Apenas un poco antes cita a Schiller: “Fue la cultura misma la que abrió esta herida a la nueva humanidad”.
La preocupación de Schiller se basa en el análisis de la causa y origen de la disociación de los tipos psicológicos introvertidos y extravertidos (aristotélicos y platónicos; racionales y animistas; cultos y salvajes, etc.), que extrapola como a mecanismos, en el ámbito social, y que es el motivo del libro completo de Jung, que se sintetiza en los alcances de las diferencias entre Platón y Aristóteles.
Pero es en la cita más larga aquí vertida que tenemos toda la información que podemos adjudicarle a la influencia del planeta Quirón, y que Jung reemplaza el mito griego por el de Parsifal y Amfortas.
Para el caso es igual, son mitos análogos, y al respecto, es muy interesante lo que dice Ramón Bau al respecto: “Nunca he logrado sentirme identificado con el personaje de Parsifal, sino con Amfortas. Creo que Parsifal está fuera del alcance de un pagano, y en todo caso fuera del alcance de una persona normal. Parsifal exige una vida de sacrificio, austeridad y rectitud, el largo camino para encontrar Montsalvat; una inocencia, simpleza, en la compasión, que es difícil de asumir por alguien normal, pero que es evidentemente fácil de sentir como algo sublime y deseable. Amfortas en cambio me fascina. Su dolor es el dolor humano, el de tantos que sufren. Creo que ese dolor global, tan vivido e intenso, tan sangrante y doloroso como la herida de Amfortas, es el motor de toda actividad de lucha”. Pues claro, Parsifal es Hércules y Amfortas es Quirón, en la analogía al mito que mejor le compete en forma a nuestro tema, pero sustancialmente es lo mismo.
La herida kármica es entonces, aquello que está a mitad de camino entre lo que se sabe y lo que se intuye, que llevaría a Abelardo a buscar infructuosamente una posición conciliadora, dice Jung, sin conseguirlo. Y Schiller culpa de ello a la cultura (a la diferenciación de las funciones) porque “en la erudición el entendimiento intuitivo y el especulativo se malquistan y mantienen cerrada y celosamente su zona potestativa”.
La herida kármica es en la Astrología reencarnacionista, el bagaje cultural del hombre en contraposición con aquello que “recuerda”, que intuye o posee como atavismos, y que dependiendo de la posición que el planeta tenga en la carta asumirá una modalidad u otra, y se verá afectando ciertas áreas en la vida del individuo. A eso súmesele los aspectos que reciba de otros planetas.

 

La herida kármica de Quirón: La necesidad del hombre contra las de la sociedad

 

“Es comprensible que bajo el influjo de la esfera cristiana, cuyo principio es el amor cristiano (y por asociación de contraste su contraste precisamente: La represión de la individualidad), surgiera una cultura colectiva en la que el individuo corre riesgo de fenecer desde el momento en que ya por principio se atribuye a los valores individuales una validez inferior”, dice mas adelante Jung.
Es entonces también, en Astrología, el influjo de Quirón esa fricción interna constante y permanente en el individuo, entre sus necesidades reales y lo que el entorno dictamina debe necesitar.
Encontramos que en cartas natales con Quirón sobre el Ascendente o conjunto al Sol, la persona padece de algún tipo de incapacidad física o psicológica, quizás no siempre de forma aguda, pero se observa al individuo siempre con algún cierto retraso respecto del resto, de manera permanente, de modo que sus demostraciones de felicidad o contento se ven siempre forzadas. En estos casos es posible que la persona haya “somatizado” de alguna manera el conflicto psicológico, lo haya vuelto orgánico constitutivo (de modo inconsciente, claro), o aún psicológicamente lo tenga tan presente y “frente a los ojos”, que le sea imposible observarlo.
En todos los casos no es fácil observar la influencia de este planeta (no olvidemos que se trata de un transaturnino), pero volvemos a encontrar que de manera inesperada la psicología jungiana, de manera completamente indirecta, echa luz a todo este tema, en el mismo libro, cuando se lee: “Es cierto que la función diferenciada proporciona al individuo la posibilidad de la existencia colectiva, pero no la satisfacción y la alegría vital que sólo puede ofrecernos el desarrollo de los valores individuales. Su ausencia es por ello, a menudo, una falta que se siente en lo hondo, mas su renuncia constituye una íntima escisión que, con Schiller, podría compararse a una herida dolorosa”.
Qué mejor manera de explicar lo que la influencia de Quirón apareja en la naturaleza humana.

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