La herencia en Astrología


La astrología no está para convalidar conclusiones respectivas de la genética, sino para develar el karma del hombre.


En abril de 1999, el Centro de Investigaciones de Gemelos y Adoptados, de la Universidad de Minnesota, divulgó los resultados de una investigación desarrollada durante veinte años, utilizando 8.000 pares de gemelos, a los que se separó a poco de sus nacimientos, para evaluar las influencias relativas a la genética y las circunstancias ambientales en la formación de la personalidad, lo que les llevaría a los científicos a arribar a un “índice de herencia en los rasgos de comportamiento”.
Dado el alto resultado de este trabajo, en relación a las hipótesis previas realizadas por los científicos, lo que llevó a la conclusión de que el experimento había sido un éxito, astrólogos de todo el mundo se pusieron a trabajar sobre las cartas natales de aquellos gemelos involucrados en el experimento, y con las de sus padres, para, desde nuestro punto de vista, de un modo bastante ingenuo intentar “ajustar” toda la investigación científica a las posibilidades astrológicas, para de ese modo demostrar, intentar demostrar, una vez más, que la astrología también es científica…
Sin lugar a dudas este trabajo también habrá rendido sus frutos; se habrán hallado las convalidaciones astrológicas de las afirmaciones científicas, lo que habrá dejado muy contentos a los astrólogos, y por un tiempo, la boca cerrada a los científicos, al menos a los de buena fe, en relación con el tema de la verosimilitud en el funcionamiento de la astrología.

 

La astrología y las investigaciones científicas

 

Pero, a fuer de ser sinceros, la astrología no sirve, o no debería servir para eso, para buscar ajustarse a los principios científicos convalidando sus resultados, de manera astrológica.
Existe por cierto una astrología médica, que se ocupa o puede ocuparse del aspecto hereditario de las enfermedades, tanto del organismo como de las psicológicas, pero la astrología en sí es una disciplina eminentemente simbólica, que, por tanto, debería ocuparse de manera mayormente exclusiva del aspecto eminente y específicamente esencial del individuo, dicho de modo rápido, de su aspecto kármico y esotérico.
La astrología, como cualquier materia relacionada con el esoterismo, debe luchar contra la idea de reducir al ser humano y su realidad a una cuestión genética determinista, como que de cualquier antro de perdición solo pueden nacer delincuentes, o que padres virtuosos solo pueden engendrar hijos de iguales características.
Las disciplinas esotéricas están obligadas a desdeñar las estadísticas, a ser indiferentes a los resultados científicos, a intentar demostrar lo que los científicos no llegan a ver. Porque el todo siempre es algo más que la suma de sus partes, y el ser humano es algo más que un conjunto de derivaciones genéticas, y el resultado de la manipulación por el entorno, las convenciones y la educación, o las costumbres.

 

Las investigaciones de Ptolomeo, Johannes Kepler y Paul Choisnard

 

Ya se halla una referencia de esta cuestión de la herencia astrológica en el Tetrabiblos de Claudio Ptolomeo (Libro III, capítulo 1), y en el siglo XVI lo trataría Kepler, en su De Armonice Mundi.
El 15 de marzo de 1598, Kepler escribió una carta a su maestro Maestlin (publicada en 1981, en el libro Die Astrologiae des Johannes Kepler, de H. A. Strauss), donde habla de las similitudes entre las cartas natales de Maestlin y su hijo: “Observe la semblanza entre los dos nacimientos: usted ha nacido bajo una conjunción de Sol y Mercurio, y su hijo también, los dos con Mercurio antes del Sol. Usted tiene un trígono Luna/Saturno, y él casi un sextil. Usted tiene un (casi) trígono Sol/Saturno como él. En la ubicación de su Saturno, él tiene Sol y Mercurio. Donde está su Luna, se encuentra el Júpiter de él. En la ubicación de su Venus, su hijo tiene el Nodo Sur, y su Venus está opuesta a la de él. Como su hijo, usted tiene Marte y Júpiter muy cerca, y en el mismo punto en que está su Júpiter, se encuentra el Marte de su hijo…”.
En 1919 Paul Choisnard estableció que existe la tendencia a que los niños nazcan con el Sol, Luna, Ascendente o Medio Cielo en el mismo signo solar de sus padres, o conjuntando igualmente a sus propios Luna, Medio Cielo o Ascendente; algo que aún utilizamos como regla para rectificar cartas natales, cuando se desconoce el momento preciso del nacimiento de una persona.
“El niño no tiene un carácter tal por nacer en un momento dado, él nace en un momento dado, porque por herencia tendrá un carácter tal”, dice Choisnard, y en esta sentencia suya se esconde un poco la realidad por la que la astrología debería encarar este tema.

 

Las posibilidades de la astrología respecto al tema de la herencia

 

Más filosóficamente, la astrología aún debe cuestionar porqué una persona nace en un lugar determinado, con tales otras personas por padres, bajo ciertas características. Porqué una persona nace en Bolivia y no en Rusia, por ejemplo.
Es de seguro no pueda responder a lo anterior, pero así se acercará más al enfoque que se presta a su más real alcance.
Lo que estudia la astrología, en relación a la herencia, es el aspecto del karma. En general, entre abuelos, hijos y nietos, se observan comúnmente agrupaciones de planetas en las mismas casas; aspectaciones similares, armónicas o inarmónicas, entre los mismos pares de planetas; que los hijos tengan todos el Ascendente en el mismo signo, a veces en el mismo grado, y otras similitudes.
Lo que se hereda en una familia, de una generación a otra, más allá del aspecto genético, es una conflictiva, un trauma, una frustración a resolver. La humanidad no cumple su misión en el planeta, se la hereda a sus vástagos, que suelen repetir de manera inconsciente la misma actitud de sus mayores.
Una hija cuyo padre se suicida aún siendo ella muy pequeñita, cuyo marido se suicida cuando ella tiene más de cincuenta años (conocemos el caso), no es una cuestión genética. La astrología está para develar misterios, no para despejar incógnitas.

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