¿Hay dibujos animados infantiles?


La irrupción de "Los Simpson" abrió la polémica acerca de si se trata de un producto infantil. Lo mismo puede cuestionarse de muchas animaciones anteriores.


Cuando en 1989 o 1990 se estrenó la serie animada Los Simpson en la tv argentina, enseguida se estableció la polémica acerca de la conveniencia de dirigir este producto específicamente al público infantil, dada su alto contenido de humor negro, de crítica social, de “incorrecciones políticas” y su tendencia a subvertir valores tradicionales, que normalmente tomamos por buenos.
Lo cierto es que un niño no está capacitado o en posibilidades de distinguir muchas de las nociones tratadas en la serie; lo mismo ocurre en muchos otros productos similares y anteriores, también considerados "infantiles".
Ya Walt Disney, en películas como Bambi (1942) o Dumbo (1941), acercaba a los niños a conceptos, respectivamente el de la muerte y la marginación, si bien comprensibles para la mente infantil, quizás de una manera demasiado directa, despiadada.


Betty Boop


Betty Boop fue creada por Max Fleisher (el mismo que llevara a la pantalla a Popeye), en 1930. Si bien sus aventuras eran comunes con las de otros personajes animados infantiles, su apariencia era el de una copera, por lo que pronto se convirtió en fetiche e ícono, símbolo sexual de una época, motivo por el cual la productora llegó a tener serios problemas de censura, en la época del macartismo.


Tex Avery y el giro de Bugs Bunny


Tex Avery fue un prolífico dibujante, creador de Bugs Bunny y toda la galería de personajes producidos por Warner Bros, que comenzara su carrera en los años ’30, en los estudios de Walter Lantz, autor de El Pájaro Loco.
Sin embargo, Avery no es tan conocido por ser efectivamente el creador del conejo, tanto como recordado por sus variaciones de “caperucitas rojas” voluptuosas y exuberantes, por las que unos frenéticos lobos se excitaban, estirando los ojos, cayéndoles las mandíbulas al suelo, o golpeando sus cabezas con enormes martillos.
En 1958 Bugs Bunny gana un Premio Óscar por uno de sus cortometrajes (había sido nominado en tres oportunidades, en los años ’40), con lo que su producción se recicla, naciendo El Show de Bugs Bunny, que de a poco empieza a volverse menos definidamente infantil, asumiendo niveles de lectura más propios de las posibilidades de un adulto.
El principal cambio que se opera es en el personaje del Pato Lucas (Duffy Duck), que deja de ser un pato loco parlanchín para representar más adecuadamente a un neurótico citadino, competitivo y aturdido por la vida industrial (un looser, un perdedor), contrapuesto a su partenaire, Bugs Bunny, que le representa un “ganador”, un winner. Hay episodios realmente antológicos de esta época, mientras que otros de la productora también empiezan a ser más simbólicos y de aparente crítica social; el Correcaminos y el Coyote o Silvestre y Piolín son alegorías de la ambición desmedida y la falta de escrúpulos en la acción de arribar a metas. El coyote tiene una serie especial, junto a un perro pastor que cuida un rebaño, al que el primero quiere robar las ovejas, por lo que se hallan enfrentados, pero en determinado momento suena un silbato de fábrica y los personajes se detienen en el combate, para tomarse un descanso e ir a almorzar juntos. Cuando vuelve a sonar el silbato retoman la acción desde donde dejaron.
Pepe Le Pew, el zorrino enamorado de una gata, a la que cree de su propia especie, y que ignora de manera patética su rechazo, tampoco parece ser una situación del todo comprensible para los niños, en su verdadero trasfondo.


Hanna-Barbera; Los Picapiedra y Don Gato


Aunque nunca de manera tan brutal, Los Picapiedra representan un verdadero antecedente de familia disfuncional, respecto de Los Simpson. Pedro Picapiedra es un ventajista en relación a su vecino y compañero, Pablo Mármol, de manera parecida a como Homero Simpson lo es con Flanders. Vilma Picapiedra era una ama de casa sin mayores ambiciones, más que la de alimentar el consumismo.
Don Gato (Top Cat), es aún más sutil su impronta. De una personalidad un tanto sórdida, representa a un oportunista, un “vivillo”, siempre atento a sacar tajada de las mejores circunstancias ajenas.


Dibujos animados para adultos: Fritz, el Gato


El primer dibujo animado decididamente para adultos, de elevado contenido sexual, fue Fritz, el Gato, creado por Robert Crumb a principios de los años ’60, y llevado a la pantalla grande por Ralph Bakshi, en 1972. El filme estuvo prohibido en Argentina durante largos años, hasta 1983, con el regreso a la democracia. En 1974 hubo una secuela, pero que ya no tuvo el mismo éxito que la primera.


Heavy Metal


Fue una película canadiense, de 1981, dirigida por Gerald Potterton y basada en las historietas de la revista homónima y francesa (Metal Húrlant), en la que publicaban dibujantes de la talla de Moebius, Milo Manara, Richard Corben, etc., todos historietistas orientados a un público mayormente adulto, con una enorme carga sexual en sus trabajos. La película tuvo una secuela en el año 2000, también, de escasa repercusión.


Después de Los Simpson


Los Simpson representaron una enorme influencia a otros artistas, que se abrieron en una búsqueda con resultados no tan felices, con fines más o menos artísticos o meramente comerciales, en títulos tales como South Park, Beavis & Butthead, Familiy Guy, entre muchas otras.
Como podemos ver, no es tan fácil decidir cuáles dibujos animados son enteramente dirigidos al público infantil, siendo que en su mayoría parecen siempre tener algo que decir a los adultos.

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