"Fragmentos de una Enseñanza Desconocida", de P. D. Ouspensky


Se trata de una obra de capital importancia, complementaria a la de Gurdjieff, para una mejor comprensión de la misma.


Piotr Dimitrievich Ouspensky (1878-1947) fue sin lugar a dudas de entre los discípulos directos que tuvo Georgi Ivanovitch Gurdjieff (1866-1949) el que más tiempo estuvo junto a él, quien más lo comprendió y mejor supo capitalizar su enseñanza, probada la importancia sin igual que su obra tiene, en particular el libro que nos ocupa, como complemento de los propios libros de Gurdjieff.

 

Fragmentos de una Enseñanza Desconocida

 

Se trata de un libro a mitad de camino entre lo que puede definirse como “libro de memorias” y un tratado científico acerca de la enseñanza de Gurdjieff.
Ouspensky narra en el comienzo en qué circunstancias conoció al maestro, describe el desarrollo de esa relación a través de los años, y aprovecha el momento histórico en que Gurdjieff le explicó cada concepto determinado de la materia, para desarrollar una explicación científica de lo mismo, a la luz de que en definitiva cada tema ya también se halla desarrollado en los propios libros de Gurdjieff.

 

Gurdjieff y Ouspensky se conocen

 

Ouspensky regresa a San Petersburgo, a fines de 1914, luego de un viaje que realizara por Egipto, Ceilán e India, en busca de un conocimiento esotérico que no llega a encontrar.
Ya tenía publicado sus libros Tertium Organum y El Tarot, y era bastante reconocido en el medio esotérico ruso, cuando conoció a Gurdjieff a través de un aviso que publicó este en un diario de Moscú, debido a la presentación en esa ciudad de su espectáculo de danza, titulado La Lucha de los Magos, ya en 1915.
Ouspensky se une entonces al grupo de discípulos de Gurdjieff, que durante muchos años deben deambular de un lado a otro de Europa, debido primero a las contingencias que presenta la Primera Guerra Mundial, luego la Revolución Bolchevique, hasta instalarse ya definitivamente en el Chateau du Prieure, en Avón, Francia, en 1921.
En el mismo grupo, entre otros, también se hallaban el músico Thomas de Hartmann, su esposa, Olga, la coreógrafa Jeanne de Salzmann, y más tarde, la escritora Katherine Mansfield, quien fallecería en el Prieure.
Los nombrados fueron los discípulos más duraderos con los que contó Gurdjieff, los más protagónicos de esta historia. El grupo convivía de manera comunitaria y las reglas y ejercicios que imponía el maestro podían no ser muy contemplativos, por lo que muchos desertaban a poco de ingresar.
“Cuando nuestros amigos se reunieron, en marzo de 1918, se establecieron reglas muy estrictas en nuestra casa; estaba prohibido salir del lugar; de día y de noche se relevaban guardias. Y comenzaron los trabajos más variados”, recuerda Ouspensky de aquella época.
Dentro del grupo, la relación entre Gurdjieff y Ouspensky sería una de las más estrechas, siendo como cuenta el último que llegó a conocer a los padres del maestro, en cierto viaje a la Armenia natal de este. Y si bien Gurdjieff jamás menciona a Ouspensky en sus libros, se conoce que personalmente autorizó la publicación de los Fragmentos de una Enseñanza Desconocida.

 

Los discursos de Gurdjieff y Ouspensky

 

En su libro, Ouspensky realiza un repaso por todos los aspectos fundamentales de la enseñanza, logrando una profunda y verdadera “traducción”, del lenguaje por momentos engorrosamente hermético de Gurdjieff.
Cierto es que por esta razón, la obra de Ouspensky resulta un total complemento a la lectura de Gurdjieff. Sin aquella, hay aspectos de esta que serían muy difíciles, si no imposibles de entender, al menos sin dedicar la vida a descifrar la expresión críptica de muchos de sus párrafos.
Con todo, llega un momento que el propio discurso de Ouspensky se vuelve también engorroso, esta vez por lo estrictamente técnico-científico que resulta, pero ya para esto, gracias a Dios, contamos con los cinco tomos de Maurice Nicoll (que conoció a Gurdjieff y fue discípulo directo de Ouspensky) titulados Comentarios Psicológicos sobre las Enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky.
Las tres obras, las de Gurdjieff, Ouspensky y Nicoll, se hallan profundamente cohesionadas y complementadas entre sí, y no se recomienda para nada el estudio de una sin la consulta de las otras. Tampoco se encuentra aconsejable empezar por los libros de Nicoll, por ser más “fáciles” de leer.
La esencia está en Gurdjieff, lo demás, por completas que se presenten, no dejan de ser interpretaciones.

 

Ouspensky abandona a Gurdjieff

 

Todo el relato autobiográfico de Ouspensky en relación de su condición de discípulo de Gurdjieff resulta bastante emotivo. También, su relato acerca de la decisión tomada de abandonar al maestro carga algún tinte de dramatismo: “Mi posición personal en el trabajo de G. se había modificado poco a poco. Durante todo un año había visto muchas cosas que no podía comprender; todo eso se había acumulado, y sentía que debía irme”.
No obstante, la separación de Ouspensky de Gurdjieff no fue radical, y siguió visitándolo, yendo al Prieure, luego de afincarse y armar su propio grupo en Londres.
Una situación similar se reproduce en el libro Nuestra Vida con el Señor Gurdjieff, de Thomas de Hartmann, que dejara inconcluso al fallecer, y que terminara de escribir su esposa, Olga. También ellos en determinado momento se alejan del maestro, produciéndose la misma sensación de abandono.
Solo Jeanne de Salzmann ha escrito artículos y prólogos a libros ajenos, aquí y allá, sin escribir jamás el suyo propio, manifestando una fidelidad y lealtad permanente hacia el viejo maestro, como en ningún otro caso.

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