El tercer sector en la cultura


El tercer sector es un nuevo estrato social que interactúa con los de estado y mercado, en la gestión de la realidad cultural, en su más amplio sentido.


Alternativo a la gestión de estados gubernamentales e iniciativas privadas empresariales y corporativas (lo que aquí entenderemos como “mercado”), según los últimos avances de la sociología, el tercer sector se presenta de esta forma o participando como “puente” entre estas ambas perspectivas tradicionales en lo que constituye la injerencia y gestión cultural en nuestras sociedades, conformado a su vez por redes sociales, asociaciones, organizaciones no gubernamentales (ONGs), etc.
La Consultora de Gestión Cultural Sylvie Elena Durán Salvatierra ha publicado un ensayo al respecto, titulado El Tercer Sector en la Cultura: Redes, Asociaciones, Organizaciones, que es lo que analizaremos en el presente artículo.

 

Cultura y realidad

 

Sylvie Durán Salvatierra es Presidenta de la Asociación Cultural Incorpore, de Costa Rica, y asesora del Despacho del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, de ese mismo país. Entre otras cosas, ha realizado trabajos para la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) .
Cuando ella habla de “cultura”, debe entenderse el término en su significado más amplio, del mismo modo que cuando se refiere a la “sociedad”, habla de “ecosistemas”.
Ella propone entonces que los gobiernos y el mercado son los dos sectores tradicionales que han desarrollado la cultura, cada cual con sus propias características, hasta que a fines de siglo pasado y principios de este puede ya verse instaurado un tercer sector, quizás con características menos definidas, o en pleno desarrollo, y que presenta sus variables en relación con los dos estamentos tradicionales, y que está conformado por elementos propios generados desde la sociedad misma, como promotores, gestadores y gestionadores de cultura, peleando un lugar de relevancia entre los otros dos.

 

Orígenes del tercer sector

 

La autora encuentra sus antecedentes en las entidades non-profit (no lucrativas) y de caridad, particularmente de origen británico, pero con características de mayor independencia y terciando luego políticamente con gobiernos y mercado, dice que, entre otras cosas, y siempre en relación con la gestión cultural, debido “a la retracción del Estado Social, al creciente reconocimiento y promoción de la cultura como un factor central de la economía creativa y de la sociedad del conocimiento, a las crisis de representación democrática y de gobernabilidad que han puesto a remojarse las barbas a la institucionalidad tradicional ante una nueva oleada del movimiento social. Asimismo, a la avasalladora hegemonía del mercado”.

 

Diferencias entre el Estado, mercado y tercer sector, en relación con la cultura

 

Desde ya que el tercer sector no presenta un estamento ni dinámicas estándares de manera global, sino que esto se ve condicionado por las características del ecosistema en que se desarrolla; no obstante, se pueden establecer algunos tópicos.
Ante ciertas fallas del Estado y del mercado, veamos cómo reacciona el tercer sector (lo siguiente es resumen del ensayo de Durán Salvatierra).
  • Estado: Incapacidad de garantizar derechos y condición de ciudadanía, de manera universal; presenta rigidez burocrática que puede prevalecer o distorsionar su respuesta a las necesidades sociales. Estamento controlador. Proyecta construcción de identidad homogénea.
  • Mercado: No permite el acceso de manera generalizada. Se basa en la desprotección y explotación desigual. Prima mecanismos de rentabilidad y competitividad. Desvaloriza o invisibiliza externalidades y costos a largo plazo. No existe un vínculo directo entre crecimiento económico y desarrollo humano (la riqueza no mejora la calidad de vida).
  • Tercer sector: Instancias convertidas en agencias facilitadoras. Domestica movimientos sociales y formas de asociativismo. Encamina el cambio estructural de forma más plural y menos tutelar de construcción de lo público.
Esto es esquemático sobremanera. No olvidemos que el tercer sector está en permanente desarrollo, presenta sus propias problemáticas y que puede dinamizarse de manera autónoma, o al servicio de cualquiera de los sectores tradicionales, o sirviéndoles de intermediario.

 

Los riesgos del tercer sector

 

La autora no es necesariamente optimista con este nuevo modelo de construcción social, y nos advierte de sus peligros.
Las entidades comprendidas en este sector pueden diferir en sus dinámicas, o más asistencialistas, o más enfocadas en la participación, la construcción, la reivindicación ciudadana.
El tercer sector es un estrato social amplísimo en posibilidades, diversificación de las características entre sus partes componentes, y su uso reiterado por diversos motivos evidencia la necesidad de modificar la realidad, de trabajar con ella.
El peligro principal de este fenómeno es que se presenta con tal heterogeneidad, con tantas diferencias radicales en cuantos a propuestas, necesidades, intereses, que ante determinadas circunstancias puede no ser pertinente su consideración, o prestarse a confusiones. De este modo su desarrollo puede ser desproporcionado en algunos aspectos y escaso o débil en otros, contribuyendo al caos y a la anarquía.
Para evitar esto, la autora propone algunas características “universales”, que cualquier emprendimiento del tercer sector deberían poseer.

 

Características necesarias para el tercer sector

 

Para que el tercer sector sea constitutivo y realmente modelador de una nueva realidad, la autora propone los siguientes puntos comunes, a tener en cuenta en sus partes componentes.
  • Producción cultural en el más amplio sentido.
  • Participación ciudadana y/o gremial
  • Utilizar a la cultura como recurso
  • Generación de servicios (sin operar como empresa)
  • Mediar u ofrecer alternativas ante el mercado
  • Operar como nuevos agentes financiadores

 

Hacia un nuevo paradigma social

 

“Millones de personas vivimos en realidades donde la modernidad es esencialmente un proyecto inacabado, territorial y socialmente lleno de brechas. Como sabemos, las brechas también se perpetúan en los conceptos, son también simbólicas. Si para ser validado se nos pide ser lo que no somos, pues reproducimos la marginación. En esas realidades hablar de tercer sector sin incluir informalidad es volver a dejar fuera a la mayoría”.
Son palabras de Sylvie Durán Salvatierra.

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