El cuerpo causal


El cuerpo causal es el tercero y último de los cuerpos superiores del ser humano. La reencarnación y la Teosofía al alcance de todos.


El cuerpo causal, junto con los dos primeros, astral y mental, es el tercero de los cuerpos superiores del hombre, constituidos de materia o energía sutil, interpenetrados entre sí, y a su vez interpenetrando el conjunto al cuerpo físico.
Hay que decir que si bien ninguno de estos cuerpos superiores es inmortal, su durabilidad trasciende a la del cuerpo físico, y cuanto más sutil es la materia de la que está compuesto, más durará. Es decir, por principio el cuerpo astral tiene mayor proyección de vida que el cuerpo físico, el cuerpo mental que el cuerpo astral, siendo el cuerpo causal el de mayor longevidad; desde el punto de vista humano, este cuerpo es casi inmortal.

 

Qué es el cuerpo causal

 

El cuerpo causal es el vehículo del Yo Real, causa primera del sí mismo, y en Teosofía, punto de contacto y de comunión con la divinidad.
Desde algún punto de vista, es el Superhombre de Nietzsche, llevado a su última posibilidad (en la posibilidad de evolución y desarrollo, ya dijimos en otro artículo que ninguno de los cuerpos superiores es dado por añadidura).
Precisamente, en su libro Fragmentos de una Enseñanza Desconocida, P. D. Ouspensky dice que en Teosofía, estos cuerpos son llamados cuerpo carnal (físico), cuerpo natural (astral), cuerpo espiritual (mental) y cuerpo divino (causal).

 

Los cuerpos superiores y el problema de las vidas pasadas

 

Si el alma humana (por definirla de alguna manera) reencarna, es a causa de los cuerpos superiores del ser que lo hace.
Ahora bien, se ha dicho que los cuerpos superiores no nacen junto con el cuerpo físico por añadidura, sino que hay que generarlos, engendrarlos o fabricarlos, entonces, si alguna persona no llegara a concebir ni siquiera un cuerpo astral de entre los superiores, ¿qué ocurriría con el alma de esa persona?.
Teóricamente hablando, pues que esa persona simplemente moriría ya definitivamente; sus átomos se desintegrarían en la nada, y ni siquiera podríamos considerar la posibilidad de un alma, ya que la realidad de esta implica cuando menos la posesión de un cuerpo astral.
La naturaleza es sabia y todos tendemos a la supervivencia, no a la desintegración; de este modo, si bien no nace un cuerpo astral (mínimo requisito para la posibilidad de reencarnación) con cada cuerpo físico, involuntariamente para el individuo, por norma, su psiquis se las arregla para generarlo. Además, sabemos que el cuerpo astral trasciende al cuerpo físico. Y es mínimamente con el cuerpo astral que se vuelve a encarnar.

 

De dónde nacen los cuerpos superiores

 

Si bien los cuerpos superiores en el ser no se dan por añadidura, el individuo nace con los componentes necesarios para su generación alojados en su cuerpo físico.
Porque es del cuerpo físico que nace el cuerpo astral, de este nace el cuerpo mental, y de este el cuerpo causal.
Gurdjieff llamaba “Hidrógenos” de distintas gradaciones, a esas energías con las que se constituyen los cuerpos superiores.
Y por principio, la materia astral o etérea con que están compuestos los cuerpos superiores, “cristaliza” de la fricción que puede generarse entre los componentes de esos hidrógenos.
Desde el punto de vista de la psicología, la fricción se genera toda vez que entramos en contacto consciente (o semi-consciente) con nuestro ego (como sinónimo de ello).
De nuestros conflictos emocionales es que nace el cuerpo astral (cuerpo de las emociones), de nuestros conflictos emocionales-intelectuales se genera el cuerpo mental (cuerpo del intelecto superior). De completar el desarrollo de los cuerpos astral y mental es que surge el cuerpo causal.
Fricción implica sufrimiento, siempre, pero ninguna escuela esotérica alienta el sufrir por el sufrimiento mismo. En la vida ordinaria existe mucho sufrimiento innecesario, que solo depara pérdida de energías. No es con el sufrimiento innecesario e incomprensible, caprichoso y sin valor alguno, que se generan los cuerpos superiores.
El ser humano no tiene porqué infringirse sufrimientos artificiales; el solo hecho de vivir, la existencia humana contiene en sí misma su buena cuota de sufrimiento natural, lógica y objetivamente comprensible. Es con el discernimiento de esta clase de sufrimiento con que se generan los cuerpos superiores.

 

La teoría de la reencarnación, regresiones a vidas pasadas

 

Hay quien se pregunta por qué si el hombre reencarna la densidad demográfica crece en el mundo, y no somos siempre más o menos la misma cantidad de seres humanos. Bueno, el universo sigue fabricando “almas”, por decirlo de alguna forma; habrá seres con un número de reencarnaciones experimentadas y otros con menos, algunos todavía con ninguna.
¿Por qué si reencarnamos no recordamos nuestras vidas pasadas?. Hay mitos respecto de esto, donde se dice que luego de la muerte el alma es llevada a una especie de limbo, donde prácticamente se le realiza alguna especie de lobotomía, para que pierda todos los recuerdos.
En realidad lo que ocurre es que casi todo el mundo reencarna a través de su cuerpo astral, a través de sus emociones, y para recordar vívidamente vidas pasadas cuando menos habría que reencarnar a través del cuerpo mental.
No obstante, se conoce a través de la interpretación de los sueños y del hipnotismo, que la psiquis humana guarda memoria de vidas pasadas, aún inconsciente.
Reencarnar por medio del cuerpo astral implica hacerlo a través del deseo emocional (una de las fuerzas más poderosas del ser humano, sino la más); se reencarna en el tiempo y lugar adonde se hallan nuestros seres amados.
Reencarnar a través del cuerpo causal, implicaría hacerlo de manera voluntaria en el tiempo y lugar que se desease, con plena consciencia, y siempre que se quisiera; es decir, el cuerpo causal tiene la posibilidad de decidir reencarnar nuevamente en la Tierra, o de pasar a un plano superior de existencia.

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