Daniel Camelo & Inmigrantes Big Band presentó su primer disco, "Puertos"

El acontecimiento fue en el Boris Club de Jazz, Gorriti 5568, de Buenos Aires, a las 21 hs., el día miércoles 14 de diciembre.

 
Ya Daniel Camelo había sabido romper prejuicios míos acerca del jazz tradicional y las big bands, como lo supe contar en su momento, a puro movimiento de dirección orquestal, en aquella ocasión frente a la Boris Big Band, la formación con la que cuenta Daniel, para dar su visión acerca de los clásicos del género.


Con Inmigrantes Big Band entonces mi expectativa fue mucho mayor, y luego de mi primera experiencia, sabiendo que con esta agrupación es con la que él muestra sus creaciones personales, en base de jazz, pero donde también se combinan ritmos y texturas, matices riquísimos de los diversos lugares del mundo en los que estuvo, y de los que se permitió impregnarse.
Porque como bien dice Daniel en el texto de la carátula interna de la tapa del disco en que por primera vez presenta su obra: “Si el que emigra es el que se va, el inmigrante es el que llega”. Y Daniel es un tipo que mucho sabe de migraciones, de llegar, y por consiguiente seguramente también de irse, en un viaje físico y metafísico, pero sin falsas pretensiones de búsqueda de una verdad errática y esquiva, sino por todo lo contrario, como testigo de una verdad, de un conjunto de verdades que están ahí, que siempre lo estuvieron, adonde fuera que haya ido.
Se trate de ciudades o pueblos remotos de Estados Unidos, de Argentina o de su Uruguay natal, Daniel Camelo no es turista en ninguna parte, sino que proyecta extensivamente el alcance de su vida, de sus ganas de vivir, crecer y multiplicarse, hacia todas partes donde vaya, y entonces sus piezas musicales tratan de sus introspecciones a orillas de un río de alguna parte de los Estados Unidos, como de sus tardes compartidas en casa de su abuela, en alguna parte de Buenos Aires – que él menciona – pero que ni los mismos bonaerenses recordamos demasiado.
Daniel Camelo es por excelencia un ser cosmopolita, para quien los lugares son “Puertos”, el título de su disco y el lugar de llegada, y para quien los ríos no son fronteras que separan sino puentes que unen, algo que cuando se entiende así, por ejemplo, a uruguayos y a argentinos nos vuelve hermanos rioplatenses.


¿Y qué tiene que ver el jazz con todo esto?

Absolutamente todo. Daniel es un hombre preocupado por esa esquiva sensibilidad que posee el jazz, esquiva, o inasible en relación de explicar con palabras. ¿El jazz es música alegre?, ¿es música triste?. No tiene la felicidad bailarina del rock’n’roll ni la madurada melancolía del blues, sin lugar a dudas.
Y Daniel encontró la metáfora exacta para expresar el concepto sensible del jazz: el puerto, el lugar de llegada, que ya presupone y en la que subyace la anterior tristeza por la partida, porque “para llegar a alguna parte primero hay que haberse ido de otro sitio”. Viendo la moneda del reverso, es la tristeza esperanzada por la alegre promesa de que hay otro lugar más adelante adonde llegar, otro puerto. En el jazz, el hogar y la patria es el mundo. Eso es lo que Daniel Camelo celebra con su obra. Y él juega con esas ambas caras de la misma moneda, haciéndola girar entre sus dedos, y entonces es cuando su banda suena.

La banda

Son todos viejos compañeros de ruta, o al menos gente que entendieron y aceptaron el concepto, la metáfora, y ahí están todos ellos pintando el paisaje de los diferentes puertos que visitan, no como guías de turismo, sino como lo que son, músicos, grandes músicos todos, amenizando la fiesta.
Los músicos de Inmigrantes Big Band, como los de la otra agrupación, la Boris Big Band, son todos maestros en lo más amplio del significado de la palabra, que hace que duela no hayan obtenido aún mayor reconocimiento, vamos, para que tenga que ser yo quien escriba este artículo, sin que hasta el momento hasta donde yo sé los medios masivos les hayan prestado la menor atención. No es que a ellos ya no les hubiera llegado el turno, joder, los medios masivos se los están perdiendo, y vergüenza debería darles.
La formación de Inmigrantes Big Band no fue exactamente la misma la que tocó en la presentación, de la que aparece en los créditos del disco, y acá haremos justicia de mínimamente mencionarlos a todos.

En la presentación:
Trompetas: Jorge Fleitas, Alejandro Martín, Sergio Wagner (solos) y Santiago Constanza.
Trombones: Joaquín De Francisco (solos), Matías Traut e Iván Barrios.
Flautas: Juan Pablo Di Leone.
Saxos altos: Gustavo Musso y Daniel Kovacich
Saxos Tenores: Damián Fogiel y Sebastián Mazzalupo
Saxo barítono y clarín: Martín Pantyrer.
Guitarra: Alan Plachta
Piano: Esteban Sehinkman
Bajo: Gonzalo "Pollo" Fuertes
Batería: Tomás Babjaczuk

En el disco:
Trompetas: Daniel Di Doménica, Nahuel Aschei, Juan Suárez, James Suggs, Cristian Díaz y Alejandro Martín.
Trombones: Juan Canosa, Iván Barrios y Santiago Castellani (tuba en 5)
Flautas y Piccolo: Juan Pablo Di Leone
Flautas: Lucio de los Santos y Juliana Dartigues.
Saxos: Gustavo Musso, Juan Manuel Alfaro, Damián Fogiel, Sebastián Mazzalupo y Martín Pantyrer.
Guitarras: Alan Platcha y Juan Pablo Hernández.
Piano: Esteban Schinkman.
Bajo: Gonzalo Fuertes.
Batería: Daniel “Pipi” Piazzolla.

Desde ya, con la dirección, composición y arreglos de Daniel Camelo.
Durante el recital, Wanno se encargó de realizar una pintura en vivo, interpretando en imagen lo que sucedía en música.



Los temas del disco

1.       Inmigrantes
2.       El Mazza
3.       De Mercedes a Cardona
4.       Santa Rosa
5.       Tres Cuadros de la Teja
6.       Retirada

Como se deduce de la lista, se trata de temas largos, de un promedio de 10’. Esto no es así porque se trate del estiramiento hasta el agotamiento en la expresión de una idea, sino porque como lo explica Daniel en los textos del arte de tapa del disco: “lo que sigue son historias y lugares que inspiraron esta música… Literalmente”; es decir que el artista se toma su tiempo para describir esos paisajes, para narrar esas historias.
Es música de fusión, sí, pero no como de rock’n’roll tocado con charango o tango de sintetizador; la murga, el candombe, la milonga sureña y hasta cierto aire flamenco o árabe, aparece aquí o allá, en algunos compases a los que hay que prestar atención, porque enseguida vuelve al jazz de banda, y todo con lo que Daniel presenta y representa en ella.
En algún momento de “Santa Rosa”, el bajo y la batería juegan lo que pienso que es un riff, que presta a creer que de pronto la banda va a arrancar a tocar ”Boletos, pases y abonos”, de la Máquina de Hacer Pájaros, en loca carrera, pero no, esto no va a pasar, sino que la canción va a cumplir con su propio destino; eso es solo que Charly García y Daniel Camelo pueden encontrarse en medio de la música, conviviendo seguramente en la influencia común de los maestros del género, como músicos que son, como se encontrará Daniel con tantos otros antes y después, que yo no llego a advertir por propio desconocimiento. Nada, ahora no intento más que humildemente seguir los pasos de este artista impresionante que es Daniel; es decir, completar el paisaje de lo que vi y oí.
Los que vimos la presentación extrañaremos que en el disco no aparezcan algunos de los temas que fueron tocados en vivo, pero de la misma manera que si faltaran algunos de los que sí están. Es decir, queremos pronto el segundo disco, Daniel Camelo.

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