Significación del arcano cero en la baraja de tarot

Pocos saben el significado de los arcanos de tarot, y sobre el significado argumental en la sucesión de toda la serie de los mismos.

 
“El Loco”, el arcano cero (pero que en algunas versiones lleva el número de veintidós, número al que por ello seguramente luego se conserva la analogía, para la interpretación de los sueños, en relación con el mismo motivo (“El Loco”, el 22); y en relación con la numerología, además), es el protagonista de la serie comprendida en número de veintiuno, que conforma la baraja mayor del tarot, y que en sucesión, se puede “leer”, al menos vislumbrar una trama, casi como en un cómic, cuadro a cuadro, arcano a arcano, desde “El Mago” (arcano uno) hasta “El Mundo” (arcano veintiuno).
Vale decir, en esta trama cerrada solo “El Loco” puede protagonizar la historia, no teniendo número, trasladado a todo lo largo de la sucesión de la serie, como por etapas. En tres fases de siete arcanos, “la historia” es la revelación alquímica, desde el plomo (“El Loco”) al oro (“El Mundo”).
De este modo, se puede decir, que de un modo más consciente o más inconsciente, todo el mundo es alquimista. Prueba de ello es que todos puedan acceder a una consulta.

 

 Somos todos alquimistas

 

Los tratados medievales sobre el tema, en conjunto observan que el trabajo del iniciado en el laboratorio, no es otro que imitar a la naturaleza. La naturaleza opera a la alquimia, al generar y hacer evolucionar a todas las cosas.
El hombre entonces tiene dos posibilidades, o bien dejarse llevar por la naturaleza (de cualquier manera evolucionará, en un sentido alquímico), o bien ponerse a trabajar, para acelerar el proceso y tomar consciencia del mismo.
A esto los alquimistas le llamaban optar por la “vía seca” o la “vía húmeda”, siendo la segunda la vía del iniciado, y es por esta razón que Leonardo Da Vinci hubo pintado un sendero y un río, en el paisaje de fondo de su Gioconda.

 

Volviendo al tarot

 

Para un verdadero trabajo consciente, objetivo, profundo e intenso, de alquimia, se debería remitir exclusivamente a los arcanos mayores, pero siendo que la mayoría de la gente solo es alquimista en un sentido práctico no trascendente, e inconsciente (por la “vía seca”), debemos así apelar también a los arcanos menores (las “elementalidades”, que todo lo matizan, esto es, aire, agua, tierra y fuego).
Se puede decir entonces que en el tarot hay por lo menos dos niveles de lectura, uno trascendente y otro intrascendente, meramente existencial y mundano.
No obstante, “El Loco” es el protagonista arquetípico para ambas lecturas. Es un todo que carece de matices, prueba de ello es que carece de elementalidad, o, en su defecto, se puede comprender que abraza a todas en sí mismo (lo no que debe dar a entender esto que se trata de la posesión de la quinta esencia, de ningún modo. En todo caso, estará representando al caos primordial). Es decir, “El Loco”, es el arcano cero. No tiene representación elemental en cuanto que el as (de espadas, copas, bastos u oros; picas, corazones, tréboles o diamantes; símbolos de las elementalidades) ya responden al arcano uno, “El Mago”.

 

 

El rol del arcano cero en el proceso alquímico

 

La meta de la alquimia es transformar el plomo en oro, en la analogía, al hombre ordinario en hombre superior, que en cristianismo esotérico cobra la figura de Jesucristo.
El estado psicológico del hombre ordinario es el de estar escindido en múltiples “yoes”, tal como así lo entiende el psicoanálisis (o al menos, algunas ramas de esta), y la alquimia tradicional (la multiplicidad de “yoes” es uno de los temas de la enseñanza de Gurdjieff).
Recuérdese ahora el episodio evangélico entre Jesús y el endemoniado, que dice llamarse Legión, “porque somos muchos”, así dice. Una lectura alquímica de esto dice que es el encuentro entre el oro y el plomo. Así tenemos las correspondencias por analogía: 
  1.        El oro. Jesús. “El Mundo” (arcano XXI). 
  2.        El plomo. Legión. “El Loco” (arcano 0).
La cualidad del oro, de Jesús y de “El Mundo” es la indivisibilidad, la unidad. La cualidad del plomo, Legión y de “El Loco” es la escisión de sí mismo, la atomicidad.
El plomo atraviesa todo el proceso alquímico y transmuta en oro.
Legión es la antípoda de Jesús.
La humanidad es “El Loco”, el plomo, Legión.

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