La Orden Rosacruz y la arqueometría


Los curiosos elementos de la arqueometría, la actividad que es el antecedente prehistórico de la arquitectura, relativa a los rosacruces.


En su libro El Misterio de las Catedrales, Fulcanelli dice que fueron los masones, miembros de la sociedad secreta con intereses esotéricos y políticos, quienes diseñaron y construyeron las grandes iglesias y catedrales medievales de Europa, siguiendo preceptos cabalísticos en la realización, y plagando de emblemas herméticos los bajorrelieves y ornamentos de las fachadas.
Sin embargo, aparece la pretendida Orden Rosacruz, arrogándose las mismas actividades, de quienes se conocen solo curiosos elementos relativos a la ciencia o técnica de la arqueometría, origen prehistórico de la arquitectura.
Lamentablemente, los contenidos históricos referentes a esta disciplina son completamente fragmentarios y oscuros; no obstante, aquí se intentará hacer un breve repaso de la breve cuenta de hechos, y de lo que constituye la arqueometría.

 

Origen y renacimiento de la Orden Rosacruz; la arqueometría

 

Empecemos por decir que Fulcanelli no reconoce la existencia de los Rosacruces como una hermandad seria, más que como una pretensión de ello.
En 1484 muere el caballero Christian Rosenkratz o Rosenkreutz, más de existencia legendaria que real, de origen incierto, quien habría sido sabio ocultista y habría fundado la Orden de los Rosacruces, que serían perseguidos y disueltos por la Inquisición.
En 1613, tras la aparición de un manifiesto publicado en Frankfurt, se anuncia la reaparición de los Rosacruces.
Según Fulcanelli, la fraternidad u Orden Rosacruz nunca existió, ni siquiera en este pretendido regreso. La publicación del manifiesto sí es cierta, y en el momento, de buena y mala fe sí hubieron estudiosos que llegaron a considerarse Rosacruces, y más allá de reuniones que estos pudieron haber organizado, jamás se fundaron en una verdadera sociedad secreta.
Fulcanelli no reconoce más que al Caballero Rosacruz que equivale a uno de los grados iniciáticos dentro de la masonería.

 

La reaparición de los rosacruces en el siglo XIX

 

Dicha reaparición se daría cuando un importante ocultista francés, Antoine Fabre d’Olivet (1767-1825), dio en herencia importante documentación sobre arqueometría al Marqués Alexandre Saint-Yves d’Alveydre (1842-1909), que inspirado por este regalo, decide reorganizar a la legendaria orden.

 

La arqueometría

 

Como se dijo anteriormente, la arqueometría sería el antecedente prehistórico de la arquitectura, que combina elementos de este mismo arte, de astrología, numerología y música.
Al margen de lo relativo de su consistencia histórica, los elementos constitutivos de esta actividad, que se presentan en las imágenes del presente artículo, si bien no puede afirmarse sean de utilidad alguna, al menos presentan una curiosidad del todo contrastable.

 

Los elementos de la arqueometría

 

La escuadra arqueométrica (ver imagen): Cada cateto y la hipotenusa de dicha escuadra, aparecen regladas, con unidades de medida que se corresponden con las notas de la escala musical, incluyendo a sostenidos y bemoles. Uno de los catetos se presenta doble. En los extremos de cada regla, hay referencias en francés acerca de las escalas cromática y diatónica, y en la cúspide de la escuadra, en el mismo idioma, a signos del zodíaco, particularmente a Aries y a Virgo.


El patrón arqueométrico (ver imagen): Aquí vemos las representaciones a escala de cinco reglas, en posición vertical, numeradas de 4 a 8, correspondiendo la del centro al metro patrón. Cada regla tiene su nombre debajo: las dos primeras corresponden al Patrón Arqueométrico y a la Regla Sonométrica, atribuida entre paréntesis a Ptolomeo. El Patrón Arqueométrico presenta notas, naturales y alteradas, con cifras correspondientes de lo que parecen ser valores en unidades de frecuencia, vibraciones. La segunda regla presenta una escala descendente, con todas sus alteraciones. La tercera regla, entonces, como ya dijimos, es la del metro patrón.


Las dos últimas reglas son la Regla del Sistema Temperado y la Regla del Sistema de Pitágoras. La primera de estas presenta, también en forma descendente, la escala natural, con sus sostenidos, y la segunda, en el mismo sentido, solo la escala natural, sin alterar. Uniformemente, todas las reglas parecen nacer en el metro, y descender hasta el medio metro. A aproximadamente unos 10 centímetros del cero de cada regla, hay una letra “f”, excepto en la regla respectiva al metro patrón, y en la correspondiente al Patrón Arqueométrico, en lugar del cero hay un símbolo de infinito.
En la siguiente imagen vemos los resultados del uso de estos instrumentos, en el diseño de la fachada de una iglesia gótica (ver imagen): Con su rosetón principal, su entrada, sus columnas, y su cruz en el extremo principal, frontal, del vértice del techo a dos aguas. Todos los elementos de esta fachada están marcados en sus medidas de ancho y altura, pero, extrañamente, en lugar de longitudes, se hallan escritas notas musicales, elevadas a alguna potencia, supliéndolas. Así, por ejemplo, el ancho de la puerta doble de entrada está representado por un Re elevado a 3; el ancho de las columnas también es Re, pero elevado a 2, y el de sus bases a 4, al igual que el ancho de la cruz. Los perímetros circulares (como el del rosetón) parecen estar representados por la nota Sol, y las longitudes rectas más amplias y verticales, por la nota Do.


Esta ilustración tiene una referencia al pie, que dice: “Tipo de Armazón Musical armado de sus principales vibraciones. Divisiones musicales e intervalos referidos a la cuerda Sol dividida (en 96). Número del Triángulo de JESÚS (Arqueómetro). Estilo de medio punto”.

 

Una cuestión de vibraciones

 

En su libro Perspectivas desde un Mundo Real, Gurdjieff relata haber visto en Persia y Turquía edificios con habitaciones determinadas, en todas las cuales aquellos que se aventuraban a ingresar, indefectiblemente terminaban llorando, fuera cual fuere el estado de ánimo previo al ingreso. “Con estas combinaciones arquitectónicas, las vibraciones calculadas matemáticamente contenidas en el edificio no podían producir otro efecto”, dice Gurdjieff por toda explicación al fenómeno.
Cabe preguntarse entonces sobre el material de conocimiento que puede conducir a la cristalización de tales efectos.

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