'Indiana Jones', el último héroe clásico


Para toda una generación, Indiana Jones fue el héroe de aventuras que le perteneció, con todas las características clásicas del género.


En 1981, George Lucas (creador de la saga de Star Wars) y Steven Spielberg (Tiburón, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, ET) presentaron a este héroe clásico, interpretado por el actor Harrison Ford, al estilo de los seriales de los años ’30 y ’40, cuando aún no existía la televisión.
Se trata de un profesor de arqueología e Historia, de Oxford (Henry Walton Jones Jr., es su nombre verdadero), que cuando se presenta la oportunidad abandona las comodidades citadinas para ir a meterse en aventuras, en los lugares más recónditos y exóticos del mundo.

 

La época de las películas serializadas, los años '30 y '40

 

Antes del invento de la televisión, era común no solo en Estados Unidos sino en otros países, como Inglaterra o Francia, la producción de películas serializadas, algunas de las cuales podían terminar como unidades cerradas, si bien dejando siempre algunos cabos sueltos que dieran lugar a la continuación; o bien del todo interrumpiendo la trama, terminando cada capítulo con el célebre “continuará”.
Generalmente esto ocurría con el género de aventuras, específicamente dirigido a niños, con títulos célebres como Los Peligros de Paulina, Tarzán o Flash Gordon.
Hay que comprender que hablamos de una época donde los gastos de producción cinematográfica no eran tan elevados, exorbitantes, como los son hoy, llegándose entonces a producir tres o cuatro películas por año de cada saga. Tampoco los precios de las entradas al cine eran muy elevados. No obstante, en la actualidad, se ha regresado a esta moda de estrenar historias “por entregas”.

 

Características de Indiana Jones; influencias de "El Zorro" y "El Fantasma"

 

Se advierte una marcada influencia de El Zorro, en las acrobacias y el manejo del látigo, como de El Fantasma (el comic de Lee Falk (el mismo que creara a Mandrake) y Ray Moore), en tener a los nazis por máximos enemigos, siempre en relación con objetos místicos o cuasi-esotéricos.
Hay permanentemente un tratamiento sardónico de la aventura, de incorrecciones políticas también frecuentes. Es famosa la escena en que en alguna parte de Medio Oriente, un extraño guerrero local le enfrenta armado de una cimitarra, no sin antes oficiarle honores, de prestación para el combate. Indiana entonces le apunta con un revólver y le dispara a la cabeza; se da vuelta y se va, ya olvidándose de él.
Indiana Jones es una especie de héroe muy a pesar de sí mismo; lo mueve casi siempre la ambición, pocas veces el sentido de justicia, demuestra permanente fastidio con los avatares que le toca vivir y su punto débil es una terrible fobia a las serpientes.

 

“Los Cazadores del Arca Perdida” (1981)

 

La historia transcurre en 1936, en que tanto Indiana como los nazis se hallan en procura de apoderarse de la legendaria y bíblica Arca de la Alianza, perdida desde los tiempos del Templo de Salomón. Obviamente, quien se haga de la reliquia se verá acreedor de un inimaginable poder.

 

“El Templo de la Perdición” (1984)

 

Seguramente la película más floja de toda la saga, aquí Indiana se ve acompañado todo el tiempo por un niño oriental, en una aventura que lo lleva de China a la India, en procura de rescatar a un contingente de pequeños que fueron secuestrados por una peligrosa secta, para esclavizarlos. Indiana los libera y se apropia de una extraña piedra mágica – que, otra vez, confiere inmensos poderes – para ir a devolverla a su pueblo de origen.

 

“La Última Cruzada” (1989)

 

Por la escasa propuesta argumental de la anterior aventura y con un Harrison Ford ya mucho más maduro, los productores decidieron en esta oportunidad darle un par de “vueltas de tuerca” a la historia, presentando al comienzo de esta película escenas de un adolescente Indiana Jones, a manera de “racconto”, interpretado por el prematuramente desaparecido River Phoenix, un actor juvenil que pronto se volvería “objeto de culto”; un fenómeno similar como anteriormente hubiera ocurrido con James Dean y posteriormente con Heath Ledger. El episodio daría lugar, más tarde, a una olvidable serie de TV titulada El Joven Indiana Jones.
Otra sorpresa de esta película es que en su aventura central, luego Indiana se verá acompañado todo el tiempo por su propio padre, encarnado por el inefable actor Sean Connery, aportándole a la película un plus de actuación y momentos memorables, junto a Ford, casi como dupla cómica.
En esta aventura, ambientada en 1938, Indiana busca al Santo Grial, a la vez que a su propio padre, que ha sido secuestrado por los nazis, a causa de la búsqueda de lo mismo. Pronto Indiana encuentra a su padre, con quien tiene permanentes problemas de relación, debiendo escapar de sus enemigos a la vez que en procura de la reliquia. Sin lugar a dudas, es la mejor parte de la trilogía.

 

“El Reino de la Calavera de Cristal” (2008)

 

Aquí ya nos hallamos con un protagonista (personaje/actor) ya bastante más avejentado. La historia transcurre en 1957 y ya el enemigo no es la Alemania nazi, sino la Unión Soviética.
Durante años Spielberg y Lucas habían estado pensando en la posibilidad de esta cuarta parte de la saga, pero se demoraron en concretarla al no encontrar pronto un guión que les convenciera.
Finalmente, esta secuela terminaría no valiendo más que como un “auto-homenaje”, al personaje que tantos dividendos les reportó a nivel mundial, y porqué no también, vale como homenaje a un tipo de producto cinematográfico, de género.
Lo que se puede decir a favor de esta película, es que no se buscó “agiornar” la estructura a las posibilidades en cuanto a efectos especiales actuales, sino que se respetó la dinámica y estética de las anteriores, lo que puede hacer que los más jóvenes pierdan interés, pero que resulta sin dudas una señal de respeto a sus seguidores de la primera época.
Porque Indiana Jones fue eso, un héroe clásico pero contemporáneo de una generación que se había criado viendo al Zorro, Batman, Superman y Spiderman, pero que nos les pertenecían de otro modo más que como herencia.

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