'El Juego de Abalorios', de Hermann Hesse


La última de las novelas escritas por el genial Premio Nobel es una reflexión acerca de la relación contrastante entre la espiritualidad y la mundanidad.

 
El Juego de Abalorios es la última de una docena de novelas escritas por este autor, entre las que se encuentran, entre las más memorables, El Lobo Estepario, Demian y Siddartha, de índole mayormente mística.
El Juego de Abalorios no es, como se pretende, tanto una novela “sobre esoterismo”, como una larga reflexión de la convivencia de los órdenes esotéricos y exotéricos, en la sociedad, y lo que al respecto ocurre a los individuos que estudian la primera, en relación al mundo cotidiano que les rodea.
Hesse dedica su novela "a los peregrinos de Oriente", lo que recuerda la dedicatoria de todas las obras de Fulcanelli, "a los hermanos de Heliópolis".


La historia de El Juego de Abalorios


En un futuro remoto e hipotético, luego de una gran guerra, existe algo así como una nueva “era de oro” de la cultura, que se constituye en una ciudad consagrada a los estudios superiores y esotéricos, de nombre “Castalia”, en alguna parte de Europa, probablemente en Alemania.
El libro lleva como subtítulo “Ensayo de una biografía del “magister ludi” Josef Knetcht, juntamente con los escritos dejados por él”. En realidad, la novela trata del permanente contraste de este Josef Knetcht, que desarrolla una larga carrera dentro de Castalia, desde el primer grado de aprendiz, hasta consagrarse en el más alto grado de perfección académica, el de “magister ludi”, es decir, maestro en el juego de abalorios.
Pero a Castalia la rodea y envuelve el mundo competitivo e industrial, exotérico, de las sociedades que no tienen mayores aspiraciones ni intereses de índole espiritual, además, en una época en que el narrador describe despectivamente como “folletinesca”, aludiendo a la real época victoriana de los folletines, la literatura popular, liviana y por entregas, símbolo del aburguesamiento de las costumbres e intereses, la mediocridad reinante.
Y es de ese mundo que Castalia selecciona a los aspirantes a ser sus integrantes. Cuando son muy pequeños aún, en las escuelas convencionales, según sus aptitudes.

 

Detalles de "Castalia"

 

En Castalia se hace honor a su nombre y se practica la castidad – como en una orden monástica – por lo que nadie jamás nacerá en sus límites. Es del mundo exotérico que surge Josef Knecht, y que desde pequeño es sustraído para su iniciación esotérica dentro de Castalia.
Dentro de Castalia, solo luego de ser admitidos y pasados unos largos años es que ocasionalmente se les permitirá regresar al mundo de las superficialidades, de visita, de vacaciones, o por alguna razón de fuerza mayor, y por un tiempo previamente determinado. No pueden establecerse relaciones demasiado permanente ni compromisos fuera de la orden. Y desde ya, jamás se mantendrán relaciones sexuales. Si alguno de estos votos es roto, el castalio será expulsado de la congregación, ya definitivamente; lo mismo para quien decide voluntariamente abandonar Castalia.
En esta ciudad sus habitantes pueden consagrarse a cualquier disciplina, arte o ciencia de los existentes, pero lo más reconocido, lo más prestigioso, es la dedicación exclusiva al estudio del juego de abalorios, algo que de cualquier modo todo el mundo debe practicar. Así, el “magister ludi” es el rango mayormente reconocido dentro de la orden.
Nunca se nos dirá realmente en qué consiste este juego, pero sabemos que involucra a la música y a la matemática, y a la analogía, mediante la cual se eleva el espíritu y se arriba al conocimiento filosófico más excelso.

 

Esoterismo y exoterismo

 

Pero particularmente de esta relación es que trata la novela, de la ambición filosófica, de la sed de conocimientos, contrapuestos a la enorme atracción que suscita la voluptuosidad de la naturaleza y de la misma cultura, reflejada en las costumbres sociales y en las ciudades.
Trata del inconformismo inherente de la naturaleza humana, también, y no son pocas las veces en que Knecht y sus compañeros de ruta se sienten enormemente tentados por los placeres extracastalios. Algunos sucumben a esa tentación, mientras que el prejuicio contra la sociedad mundana se enquista en algunos otros.
La novela presenta un abanico de posibilidades ante esta situación; está el castalio avanzado, que a medida que se desarrolla en su esclarecimiento también lo hace en su amargura por su escases de experiencias sensoriales, a la vez que puede reconocer a aquellos mundanos felices en su ignorancia y mediocridad, sin mayores aspiraciones espirituales o intelectuales.
El final de la novela presenta una respuesta filosófica a este dilema, de interpretación verdaderamente múltiple, y que puede dar lugar a un rico debate.
Joseph Knecht alcanza el más alto rango al que dentro de Castalia se puede aspirar. Luego de eso se zambulle en un estanque y nunca más se vuelve a saber de él, no se halla su cuerpo. Se trata de un símbolo, sin lugar a dudas. El sentido de este voluminoso libro es un camino que cada lector dispuesto deberá transitar, para descubrir el que le es propio.

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